La verdad de una oración
consiste en su adecuación (o correspondencia) con la realidad, Aristóteles en
su obra Metafísica sostiene que “Decir de lo que es que no es, o de lo que no
es que es, es falso y decir de lo que es que es, o de lo que no es que no es,
es verdadero” (Metafísica Γ,
727), esto en términos actuales sería algo así como “Una oración es verdadera
si designa un estado de hecho existente”.
Alfred Tarski define a la
semántica como una disciplina que, hablando en términos generales, se ocupa de
ciertas relaciones entre las expresiones de un lenguaje y los objetos (o
"estados de hecho") "a los que se refieren" dichas
expresiones.
Hacer uso de la lengua es hacer cosas con palabras y fue el filósofo
oxoniense John L. Austin quien supo plasmar esta idea con su genial “Teoría de
los Actos del Habla”. En esta el autor clasifica tres actos que siempre se dan
con el uso del lenguaje, los actos locutivos, inlocutivos y perlocutivos. El
acto locutivo contempla la acción o simplemente consiste en decir
algo; por su parte el acto inlocutivo, a diferencia del acto locutivo, consiste
en accionar al decir algo; por último, el acto perlocutivo es
la consecuencia o el resultado del acto inlocutivo (puede darse o no este, esta
relación no es simétrica, pero casi siempre esta instancia aparece), es el acto
que se lleva a cabo por el hecho de haber efectuado un acto
inlocutivo.
En la proferencia que hace el ladrón cuando perpetra su fechoría “la
bolsa o la vida” pueden graficarse claramente los actos del habla. La
enunciación de la frase es el acto locutivo que como habíamos definido
consiste en decir algo; en este decir algo está amenazando de
muerte a su víctima (acto inlocutivo), quien a consecuencia de ello queda
intimidada (acto perlocutivo).
En estos últimos días, con referencia al secuestro del ex
presidente del Paraguay Oscar Denis y del joven Adelio Mendoza pudimos leer
titulares del tipo "Fue liberado por la presión que estamos
realizando", dicen desde la FTC”; o refiriéndose a las
declaraciones de un Senador como “Estado debe
corregir desigualdad y evitar “desgarro social” (cuando en realidad estas
palabras fueron las que expreso buscando mitigar las declaraciones originales -en
defensa del gobierno- muy contrarias a este acápite de diario), estos ejemplos
son nimios y muy livianos, comparándolas con las toneladas de verdaderas joyas
que el lector puede encontrar si hurga con lupa en la prensa local, tanto
impresa, radial o televisiva.
Tengamos en cuenta, a modo de ilustrar que, a través
de un contrato abierto plurianual, el Estado paraguayo adjudicó este año 2020, G
4500 millones, de dinero público, a Telefuturo (TV Acción S.A), SNT (Televisión
Cerro Corá S.A) y a P&M GROUP S.R.L. Las empresas de comunicación
habitualmente concursan para este tipo de licitaciones y reciben millonarias
adjudicaciones, como se puede verificar en el buscador de Contrataciones. Solo
por citar un ejemplo, en el año 2014, los canales recibieron G 3.500
millones de guaraníes por publicidad en televisión. En la licitación 26999
fueron adjudicadas dos empresas del Grupo Vierci, Telefuturo y La Tele, y dos
de los medios de Remigio Ángel González, SNT y Televisora del Este (PTV-C9N).
La retórica de los medios de Comunicación en nuestro país -que podríamos
categorizar como la coacción y coerción inlocutiva en la opinión pública-,
enuncia su proferencia desde la posición privilegiada que tienen los
comunicadores (Paul Watzlawick en su “Teoría de la Comunicación Humana”
categorizaría esta acción como comunicación “complementaria” ya que el que
comunica está en un plano muy diferente del que escucha, no es simétrica pues
no se da en planos de igualdad), y desde tal lugar, solo se limita a obligar a
aceptar inexorablemente sus designios a sus receptores (pues al final es pura,
lisa y llanamente solo “propaganda” de los sectores de poder).
La coacción y coerción inlocutiva del poder impuesta desde los medios de
comunicación (que es en algunos casos propiedad misma del poder o alquilada por
este), nos impone un estado de cosas fraudulentas, nos pone en sobreaviso de que nuestros actos son negativos
y perjudiciales socialmente, de que seamos inactivos, irracionales y acríticos,
aceptemos el unicato, y perlocutivamente nos resignemos a los hechos impuestos
de facto, nos acorrala a la sumisión. No se puede impresionar a la
ciudadanía con falacias del discurso pues con estas argucias solo se utiliza la
textualidad para imponer una realidad que solo es el fruto de una adiposa verba
como subproducto de una retorcida lógica.
La Filosofía del poder categorizada como "La política de los hechos
consumados" se sustenta como su propio nombre indica en imponer un estado
de cosas tal, que la generalidad acepte un hecho por más malo que fuere ante la
imposibilidad de cambiarlo, pareciera ser que esta Filosofía maquiavélica está
en curso de acción como un bien orquestado plan de la Real Politik local con su
característica viveza criolla con un muy buen aliado clave como su consecuente
brazo ejecutor, la prensa alquilada (por ella) o alienada (a ella).
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