Mangorè Eterno Ediciòn Especial 130 aniversario de su nacimiento

Revista Ñande Reko Nº 1

lunes, 27 de mayo de 2013

"DANZA PARAGUAYA": PATRIMONIO DEL ACERVO FOLKLÓRICO POPULAR Y CULTO UNIVERSAL DE LA NACIÓN PARAGUAYA



Por Lic. Víctor M. Oxley

Caracterizando Agustín Pío Barrios a su personaje el cacique Nitsuga Mangoré, el paganini de las junglas del Paraguay, pasa de la América Insular al continente, y cae por el suelo venezolano en febrero de 1932, país en el que los dos siguientes meses haría una seguidilla de 25 conciertos continuos. Llegó a tocar en el Teatro Municipal de Caracas.  Así por estos parajes, el 31 de marzo de 1932 entre las obras que ejecutó para el público en el Club Florida, debuta DANZA PARAGUAYA, obra de un alto contenido emotivo para el pueblo paraguayo, infaltable repertorio ante un auditorio guaraní.

La composición musical "Danza paraguaya" del guitarrista paraguayo, sanjuanino de las misiones de origen, es una de las más bellas páginas de la música paraguaya. Ha recorrido el mundo, primeramente en las propias manos de su creador y luego en las manos de los más grandes intérpretes de la guitarra de concierto del mundo.




Como comentario podemos decir que el 26 de enero de 1926, estando por el Uruguay, obsequia Barrios a Martín Borda y Pagola, su amigo intimo y mecenas oriental, una partitura manuscrita de su emblemática obra “Danza Paraguaya”, este es el vestigio más antiguo con el cual se documenta la evolución del genio mangoriano en el sentido y aspecto imaginario-folklorista de sus creaciones, y se puede decir también, del antes y después de la evolución de la música folklórica de desarrollos académicos por parte de los músicos que han tomado como modelo de composición en la forma y contenido de ella, muy especialmente Don Herminio Giménez en su ya emblemática obra "Che trompo arasá".

El estilo de componer imaginario-folklorista de Agustín Pío Barrios, se refleja muy bien en la obra Danza paraguaya; esta obra en tres bloques bien diferenciados elabora sus principales ideas. En la partitura manuscrita conservada, Mangoré aclara que es una armonización. Esto sugiere que no es una obra original salida de su cabeza. Ya desde los primeros compases se nota la alta calidad de su contenido musical y desde ello, aunque fuese un motivo popular en préstamo se nota que todo lo que se aprecia en ella es Mangoré puro en su más alta capacidad técnica y creativa en cuanto lo musical. Este caso de Danza paraguaya podría ser similar a las 24 variaciones que hizo Mangoré de la “Gran Jota” –obra con la cual por mucho tiempo cerraba sus presentaciones de concierto- y de las 6 variaciones sobre el tema “Lágrima”, ambos de Francisco Tárrega. A lo largo de sus interpretaciones públicas, estos dos temas fueron presentados por Mangoré como solo de Tárrega al principio, luego Tárrega-Mangoré, hasta que al fin lo deja como solo de Mangoré. Esto es justo pues si bien la detonante creativa es una obra impropia, solo el talento que juega en posibilidades no exploradas en el original por el creador primigenio, las lleva más allá de sus límites.

Así podemos acotar que lo mismo sucede con la obra "Ca´azapá" (grabada con la nominación de "Aire popular paraguayo" por el mismo Barrios en 1913-1914 para el sello Atlanta-Artigas), hoy nombrada comúnmente como de Agustín Barrios. Esta obra originalmente pertenece a Eloy Martín Pérez, quien se la dedicó a la bella dama ca´azapeña, señorita Rosa Alderete; el autor primigeniamente bautizó a la canción con el título de "Nde resá porã", más luego por transformaciones en la comunidad musical en la década de 1920, sufre de importantes cambios, como el de relacionar la dulce melodía original con los versos de Carlos A. Jara en su escrito "Maravé ndoicoi"; para 1922, y a raíz de la revolución llevada a cabo por esas fechas, se la rebautiza como la "Canción del soldado", con letra de Rafael Ríos pero cantada con la melodía de "Nde resá porã"; como se puede constatar, esta bella página del acervo nativo pasó por interesantes transformaciones, pero al final,  quedó simplemente la obra musical, desde las más bellas cúspides armónicas a las que Agustín Barrios la elevó, reconocida simplemente por el título de "Ca´azapá".

Entre los actos oficiales, que muy bien pueden aplaudirse del Estado paraguayo, está el hecho de que el 24 de julio de 1944, por decreto gubernamental, las composiciones musicales "India" de Manuel Ortíz Guerrero y José Asunción Flores,  y la canción épica "Cerro Corá" (dicho de paso también tratada en arreglos por el mismísimo Agustín Barrios), con versos del poeta itaugüeño Félix Fernández y música del Maestro Herminio Giménez, fueron declaradas "canción nacional"; desde esto podemos sugerir, bajo los suficientes méritos que creemos ha acumulado la composición titulada "Danza paraguaya" de Agustín Pío Barrios sea también declarada como patrimonio significativo del acervo floklórico popular y culto universal de la nación paraguaya por parte de las autoridades del Estado paraguayo. Creemos firmemente que ello es un acto justo, primero para con el ciudadano paraguayo Don Agustín Pío Barrios Ferreira quien con su talento e imaginación infinitas nos regaló tan excelsa creación, y para con el pueblo paraguayo, que muy bien ha sabido acunar está muy bella página de su acervo nacional en su más notable expresión creativa.

sábado, 18 de mayo de 2013

AGUSTÍN BARRIOS Y CHARLES BAUDELAIRE



Por el Lic. Víctor M. Oxley Ynsfrán



"En 1923, nuestro músico -escribe la autora uruguaya Graciela Paraskevaídis refiriéndose a Eduardo Fabini- lleva a cabo una gira por el interior del Uruguay con el andariego guitarrista y compositor paraguayo Agustín Pío Barrios, y Campo (obra emblemática de Fabini) se estrena en el Teatro Colón de Buenos Aires dirigido por Richard Strauss". Hoy se tiene bien documentado de que Agustín Pío Barrios reside por Uruguay en lo que van de los años, entre 1911 a 1929, vivió por el lapso aproximado de 10 años intermitentemente en la República charrúa. Dentro de su itinerario nómada, el Uruguay es lugar clave para comprender su evolución como genio de la composición para la guitarra clásica por varios motivos.


Para 1912 –según Manuel José Aracri- Agustín Barrios desembarca en el puerto de Montevideo. Se contacta con el Sr. Carlos U. Trápani quien tenía una tienda y editora musical en la capital uruguaya. Trápani se convertiría a través de los años en un amigo muy cercano a Barrios, y sería el primero que fungiría de editor de sus obras, así en 1921 edita "Humoreske" y "Madrigal-Gavota".


En el año 1913 –según Manuel Aracri- Barrios ofrece conciertos por Montevideo, Salto, Artigas, Tacuarembó, Fray Bentos, también realiza tres conciertos en Minas, departamento de Lavalleja, en donde se presenta junto a su nuevo amigo y compañero del arte el violinista Eduardo Fabini (1882-1950). Este excelente y bien dotado músico, violinista (también guitarrista) y compositor uruguayo fue la mayor influencia y asimilación estética que Agustín Barrios recibiera en toda su carrera.


Una reseña de estos conciertos con Fabini, en cuanto al programa incluido en ellos nos da Aracri. Así en el primero, Barrios tocaría Bourré (Bach), Capricho Español (Barrios), por su parte Fabini interpretaría al violín El Cisne (Saint Saens), Serenata (Drila) con Barrios acompañándole en la guitarra. Luego en solo de guitarra Barrios ejecutaría Aire de Zamba (Barrios), Minué (Paderewsky), y en dúo con Fabini Reverie (Schumann), Canto de Amor (Kreisler). Nuevamente en solo de guitarra Barrios presentaría Contemplación (Barrios) y Rapsodia Americana; el dúo lo culminarían con Fabini con Siciliana, Rogodón (Francoeur) y el Carnaval de Venecia (Paganini). En un segundo concierto presentarían el siguiente programa: Mangoré a la guitarra por su lado Minuet (Beethoven), Variaciones sobre un tema de Mozart; y a dúo con Fabini Danza Española Nro. 5 (Granados) y Vals (Kreisler). En la tercera parte culminarían con Barrios a la guitarra solista con Souvenir D´un Rève (Barrios), Potpurrí lírico (arreglado por Barrios) y a dúo con Fabini el Cisne (Saint Saens), Mazurca (Segura) y Zapateando (Sarasate).


Eduardo Fabini (1882-1950)

El Decreto fechado el 4 de febrero de 1927 firmado por el presidente uruguayo Don José Serrato adscribe como agregado cultural y Artístico de la embajada del Uruguay en Washington a Eduardo Fabini, justo mérito como corolario al Premio Nacional de Música recibido por sus composición La Isla de los Ceibos ese mismo año. He aquí que llega el tiempo en que vibrante en su tallo / Cada flor se evapora cual un incensario / Los sonidos y los perfumes giran en el aire de la tarde / ¡Vals melancólico y lánguido vértigo! [...] El violín vibra como un corazón afligido / ¡Tu recuerdo en mí luce como una custodia! escribía Charles Baudelaire en su poema "Armonía de la Tarde", y que mejor verso poético para pintar la memoria de su gran amigo -por parte de Agustín Barrios- quien con ese nombramiento consular, lo abandonaba, quizás para siempre.  


Agustín Pío Barrios (1885-1944)

Agustín Barrios era muy atento a los mitos folklóricos y a los elaborados sofisticadamente en la literatura. El contacto con el imaginario colectivo bonaerense en torno a las historias de “la cautiva blanca” por los años del Centenario de la independencia argentina en  1910, en las obras “Siripo” de José Manuel Lavardén, o las novelas “Lucía Miranda” de Rosa Guerra o Eduarda Mansilla todavía en circulación por aquellos años, cumplieron el objetivo de proyectar convertirlo en un futuro no muy lejano en la caracterización teatral de un concertista nativo: el Cacique Nitsuga Mangoré, el Paganini de las Junglas del Paraguay.

Entre las muchas composiciones creadas en el periodo "charrúa" de Agustín Barrios se encuentran las composiciones "Luz Mala" y "Fuegos Fatuos". Estos dos títulos son equivalentes semánticamente hablando, pues los dos hacen referencia a creencias del folklore rioplatense y europeos muy comunes. El Fuego Fatuo es producido por materia orgánica en putrefacción que libera fósforo, se pueden ver -al anochecer o de noche- pequeñas llamas flotantes a corta distancia de la superficie, sobre este fenómeno natural se ha tejido un montón de historias. La Luz Mala es el fenómeno en el cual, en la obscuridad de la noche, se aparece una luz, y esta en la creencia popular es debida a "un alma en pena", alguien que no tuvo cristiana sepultura, o alguien dueño de un tesoro que busca espantar al transeúnte del lugar. Científicamente es el reflejo que produce la luz de la luna en las osamentas de las vacas muertas en el campo. En la creencia popular explicaban que las vacas muertas mismas eran por causa del espíritu maligno que se aparece en el lugar. En referencias directas a estos fenómenos, Agustín Barrios compuso las obras Luz Mala y Fuegos Fatuos. No está demás acotar que el Fuego Fatuo es tratado por Johann Wolfgang von Goethe en su obra La serpiente verde y la bella azucena, también Samuel Taylor Coleridge en su poema Balada del viejo marinero alude a él, y en cuanto a la cultura musical es Franz Liszt quien a su quinto estudio transcendental tituló Fuegos Fatuos (Feux Follets) y Manuel de Falla compuso una obra "Canción del fuego fatuo".


Agustín Barrios, hombre de amplios intereses culturales, entre otras manifestaciones a parte de la guitarra, el teatro, el dibujo, la poesía y la literatura, dominaba en alto grado estas artes, por ello entre sus producciones también artísticas debemos contar con sus dibujos, poesías y la prosa culta y refinada de su epistolario. En este escrito, quiero poner el acento en la cultura literaria que en esta época "charrúa" esgrimiera Barrios.


De los tantos manuscritos entregados a su mecenas y amigo, el uruguayo Don Martín Borda y Pagola, se encuentra una bellísima obra titulada "Oración de la Tarde" (llamada primariamente "Plegaria" en 1924) re-escrita en fecha 18 de marzo de 1929 y dedicada a su amigo Martín Gil. No me resisto a asociar esta página de la música universal del genio mangoriano con el gran escritor francés Charles Baudelaire, por varios motivos. Los títulos de ambas obras son muy cercanos, y más cuando del título original de "Plegaria" Barrios la rebautiza como "Oración de la Tarde"; el contenido poético del francés puede asociarse con lo anímico en Barrios por ese entonces, pues a la partida de su gran amigo -Eduardo Fabini- hacia el gran país del norte, y la suya que pronto tomará rumbos indeterminados, evoca en la nostalgia a esas serenatas en violín y guitarra que dieran juntos por las serranías de la hermosa patria Oriental.


Si miramos un poco entre los títulos de las obras de Agustín Barrios, compuestas en este periodo "charrúa" mangoriano podemos encontrar entre otras estas: Confesión (1923), Danza Macabra (1918), Flores Murchas (1918), Adieu (1918) y Madrigal (1920).


En su poema "Confesión", Baudelaire dice:

Una vez, una sola, mujer dulce y amable / En mi brazo el vuestro pulido
se apoyó ( sobre del denso fondo de mi alma Ese recuerdo no ha palidecido) [...] Que fiar en corazones es algo bien estúpido / Que es todo trampa, belleza y amor / Y al final el Olvido los arroja a un cesto / ¡Y los torna a la Eternidad! / Esa luna encantada evoqué con frecuencia / Ese silencio y esa languidez / Y aquella confidencia penosa, susurrada / Del corazón en el confesionario.



Charles Baudelaire (1821-1867)

Este poema puede relacionarse con su amada y compatriota, florideña de origen, Gregoria Isabel Villalba, el gran amor de Barrios con quien no pudo formar su nido de hornero, tal vez por causas ajenas a su voluntad, y que en el abandono prolongado de este, no por unas semanas -como lo prometiera el futuro genio de la guitarra- sino por varios años, su amada sucumbe a los brazos de su amigo Dionisio Basualdo.



"Danza Macabra" es un poema por el cual bien se gana Baudelaire el mote por parte de la sociedad conservadora de "poeta maldito", Como un viviente, arrogante de su noble estatura / Con su gran ramillete, su pañuelo y sus guantes / Ella tiene la indolencia y la desenvoltura / De una coqueta flaca de porte extravagante [...] El frunce que juega al borde de las clavículas / Cual arroyo lascivo frotándose en el peñasco / Defiende púdicamente de las chanzas ridículas / Los fúnebres encantos que ella sabe ocultar [...] ¿Con el cantar de los violines, y las llamas de las bujías / Esperas expulsar tu pesadilla burlona / Y vienes a implorar al torrente de las orgías / Que refresque el infierno encendido en tu corazón? [...] El abismo de tus ojos, pleno de horribles pensamientos / Exhala el vértigo,  y los bailarines prudentes / No contemplarán sin amargas náuseas / La sonrisa eterna de tus treinta y dos dientes [...]; en este poema da rienda suelta a su blasfémica logogogia y como tal, sonroja hasta la impertérrita puritana. Tal vez el goce estético por lo poético del contenido fuese el atractivo al cual sucumbe Barrios por parte de Baudelaire y de esta rémora, bautiza a su obra con el mismo título, con el fin de evocar cada vez que lo ejecutara el éxtasis catártico de su continuo goce por partida doble, tanto musical y literario.


Así también la muy difundida obra de Barrios, "Madrigal", podría tener un referente poético, en este caso el bello texto del "Madrigal Triste" de Baudelaire. Este poema dice: ¿Qué me importa de tu cordura? ¡Sé bella! ¡Y sé triste! Que el llanto, le da a tu rostro cierto encanto, cual la lluvia a la flor la frescura, y el río al paisaje otro tanto.


A esta altura de los argumentos, no me resisto a referenciar, que tanto "Armonía de la Tarde", "Confesión", "Danza Macabra" y "Madrigal" muy bien se relacionan con la composición musical "Flores Murchas" de Agustín Barrios, que en este contexto muy bien podría titularse "Las Flores del Mal", vale acotar que todos los poemas citados pertenecen integralmente a la emblemática obra del gran poeta francés Charles Baudelaire.


Pero más allá de estas referencias a la obra del poeta "maldito" Baudelaire, lo que bien se podría señalar es que Agustín Barrios era un apegado a la buena literatura, y en este caso a la francesa, pues entre sus obras de este periodo podemos encontrar también a otras que muy bien pueden referenciarse como el caso de Baudelaire a otro grande de la poética francesa, Guillaume Apollinaire.


Guillaume Apollinaire (1880-1918)


Así, la composición mangoriana, cuyo título va marcado de "Loreley" bien también puede tener connotaciones poéticas, en este caso en "La Loreley" de Apollinaire. En este poema Apollinaire narra magistralmente el mito de la "roca hechizada" del Rhin, en el cual una doncella traicionada por su amante, quien en lo insoportable de su pena, se suicida precipitándose desde lo alto del risco. Este mito se transformó en la sirena hija del Rhin, de ropas blancas y cabellera de oro, quien a través de su hermosa y seductora voz, atraía a los jóvenes con su hechizo; estos en su búsqueda trepaban los afilados riscos, más cuando a punto de alcanzarla, ella desaparecía y estos caían al abismo de las obscuras aguas del Rhin ahogándose en él. Otra obra muy sugestiva de Barrios con tintes franceses es su composición "Adieu"; que símil a lo argumentado líneas atrás bien pudiese referenciar al poema "Adieu" también del autor francés Apollinaire.  Tomé esta brizna de brezo / El otoño ha muerto recuérdalo / No nos veremos más sobre la tierra / Olor del tiempo brizna de brezo / Y recuerda que yo te espero.


Que la cultura francesa tenga influencia en Barrios, se evidencia también por otros títulos de su obra como ser "Souvenir D´un Rève" -obra de un bello lirismo en trémolo- conocido a posteriori como "Sueño en la Floresta", esta obra rinde un tributo a un bello trémolo de Francisco Tárrega "Sueño", y es también un eco de la obra de Robert Schumann "Traumerai", referenciado por Barrios en sus conciertos por el título equivalente en francés de "Reverie".

De las obras citadas, "Oración de la Tarde", "Confesión", "Humoreske", "Danza Macabra", "Flores Murchas", "Adieu"  y "Madrigal", solo se conservan en partituras de puño y letra de Barrios, la primera, la segunda, la tercera y la última; "Luz Mala" y "Fuegos Fatuos" existen en manuscritos hechos también por  el propio Agustín Barrios.


Como hecho curioso podemos describir que Agustín Barrios conoce a la mulata Gloria Silva en el Brasil, y la convierte en su amante, así también lo haría Baudelaire con la actriz mulata de origen tahitiano de nombre Jeanne Duval, quien inspirara al poeta sus más encumbradas letras, entre ellas "A une Dame Creóle" (A una dama criolla): En el país per­fu­mado que el sol aca­ri­cia / Yo he cono­cido, bajo un dosel de árbo­les empur­pu­ra­dos / Y pal­me­ras de las que llueve sobre los ojos la pereza / A una dama crio­lla de encan­tos igno­ra­dos / Su tez es pálida; la morena encan­ta­dora / Tiene en el cue­llo un noble ama­ne­ra­miento / Alta y esbelta, al mar­char como una caza­dora / Su son­risa es tran­quila y sus ojos arrogantes.


En otra entrega a manera de artículo explicitaré la concepción estética de Agustín Barrios, así también en siguientes escritos volveré sobre las influencias de Eduardo Fabini sobre Agustín Barrios, en cuanto sus progresos en el arte de la composición musical.

 
Para ir cerrando este artículo expongo el bello poema "El Surtidor" de Baudelaire: ¡Tus hermosos ojos están fatigados, pobre amante! / Quédate mucho tiempo, sin volverlos a abrir / En esa postura indolente / En que te sorprendió el placer / En el patio el surtidor que brota / Y no se calla ni de noche ni de día / Entretiene dulcemente el éxtasis / En que, en esta tarde me sumió el amor / El haz desparramado / En mil flores / Donde Febo gozoso / Pone sus colores / Cae cual una lluvia/ De prolongadas lágrimas / Así tu alma que enciende / El ardiente rayo de las voluptuosidades / Se arroja, rápida y atrevida / Hacia la amplitud de los cielos encantados / Luego, ella se derrama moribunda / En una oleada de triste languidez / Que por una invisible pendiente / Desciende hasta el fondo de mi corazón / El haz desparramado / En mil flores / Donde Febo gozoso / Pone sus colores / Cae cual una lluvia / De prolongadas lágrimas /  ¡Oh tú a quien la noche torna tan bella / Qué dulce me es, inclinando sobre tus senos / Escuchar la queja eterna / Que solloza en las fuentes! / Luna, agua sonora, noche bendita / Árboles que tembláis alrededor / Vuestra pura melancolía / Es el espejo de mi amor / El haz desparramado / En mil flores / Donde Febo gozoso / Pone sus colores / Cae como una lluvia / De prolongadas lágrimas; por cierto existe una obra nominada así por Agustín Barrios, y que contextualizado en este marco esbozado a lo largo de las líneas atrás, muy bien podría ser una obra bautizada bajo el influjo hechizado de la pluma del poeta "maldito" Baudelaire.

Se puede decir que la influencia de Charles Baudelaire en Agustín Barrios solo se manifestaría en el placer que le produciría la referencia del lenguaje "simbólico" del escritor francés, y el bautismo de obras con títulos de la opera baudelairiana no necesariamente significa la adopción estética en cuanto principios del arte elaborados por este por parte de Barrios, pues la opera mangoriana discurre sobre otros principios estéticos.

sábado, 11 de mayo de 2013

DEL NATURAL DE AGUSTÍN PÍO BARRIOS



Por Lic. Víctor M. Oxley Ynsfrán

Todo intento de configurar una comprensión general de la obra de un artista, no es más que el intento de recrear su genialidad desde un punto singular. Los aspectos que son considerados como secundarios, podemos decir hasta marginales dentro de su producción creadora, se intenta minimizarlos. ¿Cuántos del público en general conocen que Agustín Pío Barrios Mangoré era un excelente dibujante? La verdad de las cosas es que muy pocos, pues hasta hoy día sólo se conservan dos hermosos dibujos a lápiz hechos por la propias manos del genio de la guitarra. Uno dedicado a Isabel y otro dedicado a Gregorio. Hasta el día de hoy, estas dos dedicatorias referenciaban a dos personas casi desconocidas en su totalidad. La nombrada simplemente como "Isabel", es de común conocimiento que referencia a Isabel Villalba, la amada de Agustín Barrios. El retrato que asume una estética "realista", es decir un lenguaje figurativo y mimético, fue hecho en cartulina, a pulso y lápiz, bajo los dictados de su corazón, con la siguiente leyenda: "3 de junio de 1908. (Del natural) a mi hermosa amiga Isabel. Agustín Pío Barrios". 




En el intento de reseñar mejor la falta de datos sobre la amada de Barrios, puedo citar que en la Iglesia parroquial de San Roque en Asunción, capital del Paraguay, en fecha 19 de octubre de 1908, siendo el mismo día de su nacimiento, fue bautizado un niño en condición de hijo natural, de nombre "Pedro Virgilio", el acto religioso fue auspiciado por su madre Doña Gregoria Isabel Villalba y por el padrino Juan Gregorio Villalba. Este niño, el primer hijo de los jóvenes amantes, fue reconocido legalmente por el padre, Don Agustín Pío Barrios Ferreira en fecha 21 de octubre de 1908, según consta en acta del registro civil nro. 1476. Por aquella fecha, Agustín Barrios vivía entre las calles Félix de Azara esquina Caballero de la capital (las dos actas en copias de los registros originales de puño y letra de los declarantes conservo en mi archivo).   

Como puede destacarse del contenido del acta, hemos rescatado el primer nombre de la amada de Barrios, así desde esto sabemos hoy que su nombre completo es "Gregoria Isabel Villalba". El acta nos denota otra cosa más, que la persona que funge de padrino del niño bautizado es "Juan Gregorio Villalba", que por inmediatez del nombre y del apellido podríamos postular que es su hermano y en apariencias su hermano mellizo ¿Porqué se sostiene esta hipótesis? por la razón mimética que guardan ambas personas retratadas en circunstancias símiles por el mismo autor, y que son referenciadas por "Isabel" y "Gregorio" llanamente en el manuscrito exquisito conservado. El retrato de su cuñado "Juan Gregorio", dice: "(Del natural) A Gregorio mi amigo de corazón. Agustín Pío Barrios". Decimos que Gregorio no puede ser el  padre de Isabel, porque en el dibujo no se muestran los signos de una persona más madura, sino que en apariencias las dos personas son de la misma generación, además está el hecho que en el momento de convertirse en padrino de su sobrino ya contaba con la edad para ello, y como se verá más adelante Isabel era hija natural, de padre desconocido a nuestra investigación. 


Investigando en fuentes eclesiales, se encontró un registro en la parroquia de San Patricio de la ciudad de Villa Florida, un asiento bautismal que bien podría ser la amada de Agustín Barrios y la madre de su hijo, en este, se inscribe bajo el nombre de Gregoria a una niña que nació el 23 de abril de 1891, por otras relaciones se puede decir que tenía varios hermanos, por lo mínimo en número de tres; Antonio (19 de junio de 1889), Juan Gregorio (1891) y Juan Martín (5 de febrero de 1898, hijo del matrimonio entre su madre Francisca Villalba y Don Julián León), Sus primas hermanas florideñas conjeturamos fueron, Eusebia Asunción (14 de agosto de 1885) y Encarnación (6 de agosto de 1888), hijas del hermano de su madre Don Pedro Antonio Villalba y de Zeferina Rosa Ferreira (esta podría estar emparentada con la madre de Agustín Barrios, Doña Martina Ferreira (realmente era hija adoptiva) y coincidentemente bautiza a su hija símil al nombre de su madre "Encarnación" Ferreira). 

Tomando como constante, el primer nombre del hijo de Agustín e Isabel, es decir "Pedro", y atendiendo la añeja costumbre de nombrar a los niños en honor a personas con algún sentido de relación de importancia amistosa o familiar, vemos que se relaciona muy bien con el nombre de su tío, el hermano de la madre de Isabel, quien tal vez haya ejercido o fungido de padre adoptivo o algo así -pues recordemos que Isabel era hija natural- y por ello en su honor la imposición de ese nombre a su hijo, Está también el hecho de que el tío abuelo del niño, el hermano del padre de Agustín se llamaba "Pedro", y muy bien podría también ser el caso. Ahora, el segundo nombre del niño, está en coincidencia con el nombre del hermano de Agustín, dos años mayor que él, Miguel "Virgilio" (quien dicho de paso hoy sabemos se presentó como voluntario liberal en la revolución del 1904 en el campamento de Villeta bajo las ordenes de Don Manuel Gondra), y muy bien también se ajustaría a la práctica. 

Tal vez solo sean coincidencias, pero por si algún valor heurístico tengan y hagan posible una investigación mejor sobre estos detalles en la vida de nuestro gran guitarrista universal, se hacen explicitas estas hipótesis. Gregoria Isabel Villalba y Agustín Pío Barrios Ferreira podrían haber sido amonestados por la Iglesia católica y esta prohibió el casamiento bajo alguna causal, pues se tiene a ambos en el hecho consumado de la concepción "ilegítima" del niño, teniendo por ese entonces Agustín 23 años e Isabel 16, al margen de la ley civil y religiosa; que muy bien podría ser de gran recriminación y sanción moral en ambas familias, que con celo observaban estas reglas sociales.  Agustín Barrios tenía la voluntad de casarse con Gregoria Isabel Villalba, la hermosa joven que le robaba el sueño, pues él mismo declaraba que dijo a su madre "mamita, voy a Corrientes ... doy dos audiciones, gano unos pesos, vuelvo el domingo, el lunes visito el Registro Civil, el martes me caso ... una semana más de andanzas y ... a formar mi nido de hornero"; por la contraparte, su madre, o su familia,  no sabemos que respuesta o respuestas dieron ante tal declaración de acción. Lo único cierto y real, al margen de todas las conjeturas anteriores es que, Agustín Pío Barrios Ferreira no se casó, ni civil, ni religiosamente con Gregoria Isabel Villalba. De esta unión de hecho nació el 24 de mayo de 1910 un segundo hijo, Reinaldo Robustiano Villalba (citado simplemente por las fuentes por el primer nombre, pero hoy se descubre su segundo nombre), el cual fue bautizado en la Iglesia de San Roque de Asunción (conservo en mi archivo una copia del libro manuscrito), pero ya no pudo ser reconocido ante la ley paraguaya por su padre Agustín Pío Barrios, pues este ya había partido hacia tierras gauchas en gira sin boleto de vuelta; por ello es que Doña Isabel Villalba luego emprende un viaje al encuentro del mago de la guitarra hacia Buenos Aires, pero el destino malogrará la unión de la pareja y el genio de la guitarra no encontraría jamás reposo a su cuerpo de trotamundos en el calor entrañable del hogar primigenio junto a Isabel su amada y sus dos hijos Pedro Virgilio y Reinaldo. Las decisiones que se toman, anulan otras que jamás serán. el curso que tomó esta historia, dio la resultante de una familia, dividida por condicionamientos sociales (no precisamente todo lo conjeturado aquí, sino otras como la falta de estabilidad material necesaria para mantener un hogar integral, por ello seguramente el mismo Barrios declaró: "deseando casarme, sufría lo indecible por aquello de la bolsa vacía..."), y desintegrada por los impulsos volitivos de un espíritu que decidió dar obras para la posteridad que más hijos a la humanidad. Puesta la hipótesis, el balance de aprobar o reprobar los actos humanos cada cual en lo íntimo juzgará, pero jamás sabremos cuales fueron los motivos que llevaron a estas personas a obrar como lo hicieron, solo nos quedan los hechos que cada cual justificará según su moral o la falta de ella, más allá del bien y del mal, tanto en la dimensión de una conciencia personal o en los difuminados limbos de la conciencia social. 

Barrios sabía de letras, esto es incuestionable, la prueba está en la magnífica prosa de sus escritos y correspondencia. también en la pulcra y bien construida forma de sus versos poéticos; además hay algo, que hay que destacar, y que en los retratos de Isabel y Gregorio resaltan a todas luces, que es una constante en todo lo que escribió: la belleza incomparable de su pulcra caligrafía. Al respecto se puede decir que en varias civilizaciones antiguas, el desarrollo de cualidades para pintar o dibujar era considerada parte de la educación integral de un caballero, así como lo fueron el ejecutar el laúd o construir sonetos en el Renacimiento italiano o en la Inglaterra de la Reina Isabel. Específicamente en la China entre los siglos VIII al XII de la era cristiana, creció una clase social de "caballeros pintores", estos individuos tenían a la pintura, la literatura y la caligrafía como formas de expresión naturales a sus dotes desarrolladas como práctica propias de ocio al margen de sus tareas en la Corte. Los poemas de estos "caballeros pintores" están entre las obras consideradas joyas de la literatura China, mientras que paralelamente sus pinturas están en el mismo nivel de producción cultural. Esta maestría artesanal entroncaba en la profunda formación del estudio caligráfico, "un arte del pincel", una forma de pintura abstracta, una "danza sobre el papel", en ella se aplicaban los mismos cánones críticos para una obra de arte en cuanto técnica de la línea y la pincelada, pues en la cultura China se postulaba que existe una interdependencia entre las tres artes. 

Agustín Barrios fue sin dudas un hombre al estilo de los más dotados, dominaba las artes de la escritura, el dibujo y la música, y al igual que los caballeros pintores de la China, su talento poético o prosístico son verdaderas joyas de la escritura, cuya grafía cual danza sobre el papel es en sí misma un arte del pincel, no del Renacimiento italiano, de la Cultura China o del periodo isabelino de Inglaterra, sino auténticamente paraguayo. Basados en la evidencia de la práctica pluriforme en artistas, gran proporción de escritores, en mayor tendencia han canalizado aptitudes artísticas en la pintura, no así, por lo menos en la misma medida pintores hacia la escritura, mientras que otros, siendo músicos también desarrollaron dotes para el dibujo como es el caso de Richard Wagner quien delineo con maestría sus escenografías operísticas y Agustín Barrios quien fue un excelso exponente en el dibujo a lápiz; tal vez por ello es -que si bien refiriéndose a Bach- Albert Schweitzer comentó, "se debe admitir, sin embargo, que estas categorías (refiriéndose a la de pintor, escritor o músico) dependen de un criterio externo y son un tanto arbitrarias. El alma del artista es un elemento complejo en el que se funden las dotes del poeta, el pintor y el músico en proporciones infinitamente variables". La pluma y la mente musical de Barrios son el reflejo fulgurante de su muy buen refinado instinto de artista en su significación absoluta.