por Lic. Víctor M. Oxley
Agustín
Pío Barrios reside por Uruguay entre los años de 1911 a 1929, hay testimonios
de sus conciertos en Salto, Tacuarembó, Minas, Rivera, Rio Negro, Cerro Chato,
Cerro Largo, Fraile Muerto, La India Muerta, Melo y Treinta y Tres; vivió por
el lapso aproximado de 10 años intermitentemente en la República charrúa.
Dentro de su itinerario nómada, el Uruguay es lugar clave para comprender su
evolución como genio de la composición para la guitarra clásica por varios
motivos. En los escenarios orientales se presentaba con su verdadero nombre,
Agustín Pío Barrios, por ello podemos referirnos a esta etapa de su vida
artística como la etapa de Agustín Pío Barrios, pues como sabemos posterior a
esta se autodenominaba El Cacique Nitsuga Mangoré y al final asumió integrar
esa desdoblez en la expresión nominal de su nombre en Agustín Barrios Mangoré.
Así
se registra su paso temprano por el Litoral uruguayo, en el teatro El Progreso de Paysandú
en el mes de junio de 1911. Para 1912 Agustín Barrios desembarca en el puerto
de Montevideo. Se contacta con el Sr. Carlos U. Trápani quien tenía una tienda
y editora musical en la capital uruguaya. En esta se organizaban encuentros
musicales. Así Barrios se presenta junto a los guitarristas uruguayo Julio
Otermín y el español Francisco Callejas en el local de Trápani. De esta
experiencia existe una crónica hecha por Miguel Herrera Klinger quien afirma
que: “muy poco habría que decir sobre el
valor de su música (la de Barrios),
que se concretaba a piezas bailables, pero a las que imprimió una alegre y entusiasta
vitalidad. Un programa musicalmente
malo y una interpretación de su música, hermosa y extrañamente emotiva”. Por este año de 1912, Agustín Pío Barrios compone la obra dedicada
a su madre Martina Ferreira de Barrios “Invocación a mi Madre” (su mejor obra
por ese entonces). Agustín
Barrios Mangoré una vez por el puerto de Montevideo, allá por 1912 conoce al
guitarrista español invidente Antonio Giménez Manjón (1866-1919). Por esta época
Agustín Barrios hace giras por ciudades orientales como las de Florida, Río
Negro, Salto, Tacuarembó, Rivera, Lavalleja, y Cerro Largo.
Es muy importante acotar que después de una
labor intensa en el ambiente cultural musical de Montevideo, allá por los años
de 1910 y después de haber fundado la Asociación
de Música de Cámara, en la cual fue integrante como Primer Violín, a la par el Conservatorio Musical del Uruguay, entidades
en las cuales fue un activísimo participe hasta el año de 1913, Eduardo Fabini decide
retirarse a la campiña uruguaya y se establece en el departamento de Lavalleja,
en el lugar paradisiaco de Fuente Salus.
En
el año 1913 sucede un hecho que va a marcar un antes y un después para siempre
en la vida artística del guitarrista paraguayo, entabla amistad con Eduardo
Fabini (1882-1950). Eduardo Fabini es la mayor influencia en la evolución
estética que recibiera Agustín Barrios en toda su carrera. Eduardo Fabini fue
por un periodo razonable guía hacia la maduración en la composición y la
grandeza en la interpretación de Agustín Barrios, por aquellos años de beduino
nómada del arte por la región charrúa, debemos recordar que Fabini fue un excelente
y bien dotado músico, violinista (también guitarrista) y compositor uruguayo
entre los más grandes de su patria.
De Eduardo
Fabini, Barrios recibió clases de composición y análisis musical, en especial
un énfasis sobre las obras de Johann Sebastian Bach, desde sus obras virtuosas
para el violín solista, como lo son las Partitas. Es importante destacar que Eduardo
Fabini era un virtuoso del violín y en las Partitas de Bach encontraba vehículo
apropiado para demostrarlo, cuando regresa laureado de sus estudios en el Real
Conservatorio de Bruselas, da un concierto en el Teatro Solís interpretando con
César Thompson, su profesor del conservatorio, obras a dúo para violín de
Johann Sebastian Bach. Las Partitas dieron a Barrios la clave para su técnica
de distribución de voces en el diapasón de la guitarra, le aportaron el uso virtuosísimo
de la melodía adosada con escalas y arpegios en un rango o ámbito de tesitura
jamás soñado en la guitarra hasta entonces, además le enseñaron como conducir
las voces armónicas en los enlaces cadenciales –en procedimientos de
Fortspinnung y Durchrfurung al estilo bachiano- aportándole la forma magistral
de los enlaces por grado descendente y continuo característicos de su obra
madura.
Todo
esto se refleja por la introducción bien meditada de las obras de Bach –por parte
de Barrios- en su repertorio de concierto por aquellos años y que mantendrá a
lo largo de toda su carrera hasta su muerte, estos incluirán las obras que
forman parte de las Sonatas y Partitas para violín del genio alemán de Eisenach.
Fabini hizo las gestiones debidas para posibilitar presentaciones de su amigo y
discípulo Agustín Barrios en los escenarios más selectos en la República Oriental
del Uruguay, así a Barrios se le abrieron las puertas de los enclaves más
granados del parnaso musical oriental, el Conservatorio La Lira, en donde
Fabini estudio sus primeras lecciones de violín y luego se desempeñara como
profesor, y el más grande e importante teatro del Uruguay: el Teatro Solís en
Montevideo.
Es
de señalar que Fabini había sido adscripto a la Embajada del Uruguay en los
EE.UU. de Norteamérica, en el país del norte alcanzo un gran éxito artístico, pues
su obra sinfónica fue estrenada en Nueva York en 1927, la R.C.A. Víctor decidió grabar las obras “Campo” y “La Isla de los
Ceibos” interpretadas por la orquesta Filarmónica
de Nueva York bajo la dirección de Wladimir Shavitch; y así Fabini se convirtió en el
primer Latinoamericano en alcanzar tal mérito; y queriendo seguir los pasos de
su amigo Fabini, Barrios soñando con la fama internacional incuba un proyectado
viaje a los EE.UU., fue el mismo Fabini quien alimento este deseo en Agustín
Barrios. Cuando Agustín Barrios fue a Europa con la familia Salomoni, lo hace
con la esperanza de darse a conocer como gran músico intérprete y compositor de
la guitarra, y siendo así, a instancias de las gestiones y relaciones que
Fabini le allanara se presenta el 7 de noviembre de 1934 en el Real Conservatorio
de Música de Bruselas, antigua catedral del arte en donde Fabini recibiera su
primeros laureles del arte en 1903, siendo primer premio y medalla de oro como
egresado de violín, y luego de composición en 1907. En su presentación ante lo
más selecto de la élite musical europea Barrios interpreta la Suite completa de
la Partita Nº 3 de Johann Sebastian Bach, obra que ya en sus años charrúas,
bajo la tutela de Fabini había estudiado en profundidad, y siendo obra bien
meditada en todos sus detalles, lo hace con una calidad sin igual dejando a los
asistentes atónitos por tal proeza virtuosa de interpretación pos barroca en la
guitarra.
La lista de interpretaciones de
Bach por parte de Barrios Mangoré, extractadas a partir de programas de
concierto conocidos es la siguiente: de la Sonata n.º 1 en sol menor, BWV 1001: Siciliana (en
dúo con Eduardo Fabini en un concierto en Minas, Lavalleja en el Uruguay); y
Fuga (10 ocasiones); de la Partita n.º 3 en mi mayor,
BWV 1006: “Preludio” (14
ocasiones); “Loure” (9 ocasiones), “Gavota en Rondó” (13 ocasiones); “Bourré” (6 ocasiones); de la Partita nº 2 en Re menor, BWV 1004: “Allemande”
(2 ocasiones); “Courante”
(6 ocasiones); y “Sarabanda” (1 ocasión).
En referencia a estas obras aún
hoy se pueden ver dos manuscritos hechos por puño y letra de Agustín Barrios
Mangoré. El Courante de la Partita nº 2 en Re menor, BWV 1004 trunca en el compás 24 (como son 82 compases en total, faltan 58 compases, y de
seguro por lo menos tres páginas al manuscrito) autografiada en honor a su
amigo y mecenas uruguayo Don Martín Borda y Pagola; y Allemande de la misma
obra bachiana referenciada, en versión para segunda guitarra en un cuadernillo
de lecciones hecha por Mangoré para dar clases en El Salvador.
El paso nómada de Agustín Barrios por el Uruguay fue
el periodo más estimulante en cuanto la maduración de su habilidad artesanal en
el dominio de las técnicas musicales de la composición, y en este sentido podemos
afirmar sin lugar a dudas que el talentoso músico Eduardo Fabini fue su
influencia más profunda y duradera, como muestra de ello el propio Agustín
Barrios compuso una obra en honor a Eduardo Fabini datada en un manuscrito de
fecha 24 de abril de 1924: Fabiniana.
Como muy bien lo describiera Miguel Herrera Klinger,
Agustín Barrios sufre una explosión cualitativa en aquella década de fines del
10 y todo lo que va del 20, obras tales como: las pos barrocas La Catedral, Las Abejas, Preludio en Sol
menor; y las ultra románticas Souvenir d´un Reve (Rebautizada “Sueño en la
Floresta”), Mazurca Apassionata, Valses Nº 3 y Nº 4, Confesión, y las
folklórico-imaginarias Aconquija, Cueca, Aire de Zamba, Choro de Saudade etc. datan
de esta etapa de su vida. Con estas obras, Agustín Pío Barrios pasa de la
categoría de artesano con ingenio a la de genio artístico en mayúsculas.
En tierras uruguayas Agustín Barrios encontró las piezas
claves para el audaz despegue que marca la diferencia entre la obra de arte
fruto del pulso ilustrado y sofisticado, y la intemporalidad del signo que escapa
a su grafía y se proyecta más allá de todo, hecho que enmarca la mente y el
intelecto de unos pocos ingresados al círculo de los genios universales, siendo
así Agustín Barrios se convirtió en el genio paraguayo de la composición y la
interpretación del Ultra Romanticismo en la Guitarra.
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