Extracto del capítulo “Agustín
Barrios Mangoré ¿Un colorado? (págs. 177-192) perteneciente al libro AGUSTÍN
PÍO BARRIOS MANGORÉ. RITOS, CULTOS, SACRILEGIOS Y PROFANCIONES de Víctor M.
Oxley, publicado por la editorial ServiLibro en Asunción en 2010.
En lo que va de los años de 1922 al 1925 en el
Paraguay, son de tensiones políticas intrigantes; este contexto está enmarcado
por los constantes reclamos de intervención en la cuestión del Chaco y la
presión de grupos socialistas y anarquistas contra el Gobierno Liberal,
llegando a su cenit estos con los vehementes impulsos irracionales del 23 de
octubre de 1931 con la innecesaria y descabellada inmolación de la juventud
paraguaya frente al Palacio de López (el Gobierno estaba en acciones silenciosas
preparándose, pues no tenía la suficiencia tanto legal como militar para
responder con energía ante el hecho de la invasión boliviana al Chaco
paraguayo).
Un momento álgido –como muestra de esos tiempos
revoltosos- llegó con la sublevación del Coronel Adolfo Chirife y el Tte.
Coronel Pedro Mendoza.
“Al iniciarse el
año 1923, la revolución de los “Coroneles” estaba vencida, pero no sometida
–comenta Manuel Peña Villamil-. Posterior a la derrota de “Ca´i puente (Coronel
Bogado) las fuerzas rebeldes se dirigieron al norte del país.” (Peña Villamil,
1993: 179).
A pesar de que se estaban replegando los
insurrectos, el Gobierno intentaba la pacificación, y a pesar de ello, estos
grupos todavía intentaban separar de la Presidencia transitoria al Dr. Eligio Ayala
que la había asumido en reemplazo del Dr. Eusebio Ayala (este renuncio porque
el Partido Liberal lo había nominado a la postulación del cargo de Presidente
de la República, aunque todavía faltasen año y medio para ello y a expensas que
la rebelión aún no haya sido aplacada del todo).
“La Asociación
Nacional Republicana (partido Colorado) en su convención reunida el 18 de junio
de 1923, resuelve retirar del Congreso sus representantes, que se hace efectivo
el 21 del mismo mes. Reunidos extraordinariamente los Diputados “saco pukú” el
1 de agosto. Decretan la expulsión de los diputados sediciosos […] firmantes
del manifiesto en que se incitaba al ejercito y al pueblo a levantarse contra
el Gobierno del Dr. Eusebio Ayala” (Peña Villamil, Op. Cit.: 182).
Posterior a los hechos, el Congreso se reunió en
sesión extraordinaria para solucionar el problema del mandato presidencial.
Resolviendo que el 15 de agosto de 1924 debería de concluir este. El 3 de
febrero de 1924, el Partido Liberal Radical, se reúne en una convención, en la
cual se deciden como candidatos a los cargos de Presidente constitucional y a
vice, a los señores Dr. Eligio Ayala y Manuel Burgos.
Proclamado Eligio Ayala para el cargo de Presidente,
renuncia a la presidencia transitoria, este cargo vacante es asumido por el
ministro de Hacienda Dr. Luís A. Riart quien termina el mandato presidencial.
“
[…] la reunión de gabinete que se realiza […] el 13 de julio […] En la ocasión
el Dr. Riart hace una extensa exposición sobre la preocupación del Gobierno por
la cuestión boliviana, en el sentido que había llegado el momento de
estructurar un plan amplio, completo y realizable inmediatamente para colocar
al país en la situación de implementar una política de largo alcance.” (Peña
Villamil, Op. Cit.: 185).
“ […] Con la Ley electoral se busco adecuarse a las
exigencias del Partido Colorado. Por Ley sancionada el 4 de setiembre de 1924, se
dictó una amnistía a favor de los insurgentes de la revolución de 1924, que
inmediatamente se organizaron año siguiente” (Peña Villamil, Op. Cit.: 197).
Como consecuencia de esta amnistía y a favor de una conciliación política estabilizadora y cooperativa fueron designados en puestos diplomáticos exponentes del coloradismo, como ser Arsenio López Decoud, Juan E. O`Leary, Fulgencio Moreno, Isidro Ramírez, Tomas Salomoni (digno de mencionarse y recalcar es que Don Tomás Salomoni fue embajador al frente de la legación diplomática paraguaya con sede en México siendo Colorado bajo Gobierno Liberal, el Sr. Salomoni es quien convence a Agustín Barrios Mangoré a abandonar su caracterización del Cacique Mangoré; el diplomático le brindo el mecenazgo y junto con ello la posibilidad del sueño de Barrios de ir a Europa; esto sucedió mientras el Paraguay estaba sumido en la Guerra contra Bolivia por la cuestión del Chaco) entre otros.
Manuel Peña Villamil comenta que:
“Historiadores y
políticos consideraron la contienda civil del 22-23 como un enfrentamiento
entre dos facciones del Partido Liberal; radicales y schaeristas. Nada más
errado y así lo entendió Ayala al mantenerse firme en el gobierno para rechazar
la fuerza militar rebelde que representaba el Coronel Chirife y sus camaradas
que lo acompañaron en su mayoría oficiales y jefes del cuadro permanente.”
(Peña Villamil, Op. Cit.: 167).
A este respecto el Coronel
Arturo Bray remite:
“Schaerer
(principal referente del liberalismo por aquellos años) se hallaba enfermo de
algún cuidado y no tuvo intervención directa en aquellas trapisondas; incluso
se aseguró que era contrario al levantamiento” (Bray: 128).
El Dr. Amadeo Báez Allende –uno de los hijos del Dr.
Cecilio Baéz- comentaba en una de sus memorias de estudiante (como miembro del
Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de la Capital) en torno a la que
fuera la última presentación pública de Agustín Barrios Mangoré en el Paraguay
en Asunción en el año de 1925:
“El señor Barrios
estaba muy complacido de recibir una visita de tan selecto grupo de la juventud
paraguaya y, cuando expresamos los motivos para buscarlo, respondió: “No puedo
negarme a los deseos de ustedes los jóvenes y sería para mí una enorme
satisfacción poder adaptarme a sus preocupaciones juveniles. Estoy a su
servicio, solo díganme la fecha y la hora. Obtuvimos una entrevista con el
Presidente del Ateneo, Dr. Juan Francisco Recalde, en la cual todos los
miembros del Centro Estudiantil estaban presentes y con la euforia de la
juventud explicamos nuestro deseo de lograr el uso de las instalaciones del
Ateneo para llevar a cabo un concierto de guitarra que el renombrado
guitarrista Barrios dedicaría a los estudiantes. Fue una sorpresa escuchar la
negativa del Dr. Recalde, expresada en tono de enojo: “Él es sólo un
guitarrista popular, que no sabe de música y no tiene un lugar en estos
confines de la Cultura”, y añadió algunas palabras inmencionables. Nos fuimos
muy sorprendidos por la violenta reacción del Dr. Recalde, y ahora ya sabemos
el motivo: Agustín Barrios era de ideología colorada.” (Stover, 2002: 103).
Richard Stover por su parte al
aludir a este hecho refuerza el sentido de las palabras del Dr. Amadeo Báez
Allende agregando que:
“[…]
aun cuando de ningún modo estaba activo en la política, se había hecho de
algunos enemigos simplemente a causa de su orientación política.” (Stover, Ibídem).
Si tomamos por un lado la
expresión “ideología colorada” y por otro “orientación política” ambas
expresiones de los citados, tenemos que “orientación política” e “ideología
colorada” pueden intercambiarse, así se puede afirmar que la “orientación
política” a la que alude Stover es la “ideología colorada”, por ende Stover
afirma lo mismo que el Dr. Báez Allende. No está de más recordar que los dos
partidos tradicionales del Paraguay, El Partido Liberal (ex Centro democrático)
y la Asociación Nacional Republicana (Partido Colorado) instituyeron en sus
cartas de fundación la Filosofía política Liberal, ambos son de Ideología
Liberal. La frase en palabras del Dr. Báez Allende tendría mejor sentido si
solo connotase que Agustín Barrios era colorado. En realidad ese es el sentido
solapado. Ambos, Báez Allende por su lado y Stover repitiéndolo afirman que
Agustín Barrios es colorado.
Como se describió líneas atrás,
Báez Allende afirma que “obtuvimos una entrevista con el Presidente del Ateneo,
Dr. Juan Francisco Recalde”, esta acotación es imposible pues en esa fecha el
Dr. Juan Francisco Recalde no era el Presidente del Ateneo paraguayo, por la
sencilla razón que esta Institución aún no existía. Las dos instituciones que
existían en esa época eran el Instituto paraguayo y el Gimnasio paraguayo;
ambas instituciones pasaron malos momentos a consecuencia de la guerra del
Chaco que se libro en los años de 1932-1935, y fue –según opinión de Juan Max
Boettner- un sano criterio fusionar ambas en el año de 1934 bajo el nombre de
ATENEO PARAGUAYO. El Dr. Juan Francisco Recalde firmo el acta como miembro del
Instituto paraguayo, y recién llego a ocupar la Presidencia del Ateneo
paraguayo en los periodos que van desde el 1939 a 1941(Boettner, 2008: 216).
Es digno de mencionar que el año de 1907, el
Instituto paraguayo tenía como directiva la siguiente conformación: Presidente,
Dr. Manuel Franco. Secretario: Juan Francisco Pérez. Tesorero: Cleto de J.
Sánchez. Vocales: Dr. Eusebio Ayala, Dr. Eligio Ayala, Dr. Gualberto Cardús
Huerta, Dr. Teodosio González, Dr. Félix Paiva y el Sr. Adolfo Riquelme. Es muy
llamativo que cinco integrantes de esta comisión llegaron a ocupar la Primera
Magistratura de la Nación siendo liberales (Boettner, Op. Cit.: 159).
También que los Sosa Escalada tienen una actuación
destacada en varios ámbitos en la sociedad paraguaya. Gustavo Sosa Escalada
nace en Buenos Aires por que su padre en esos momentos era un exiliado
político, como resultado de la intransigencia colorada en el Gobierno, el Dr.
Juan Manuel Sosa Escalada (tío de Gustavo) tuvo una primerísima actuación en el
hecho del derrocamiento de los colorados del Gobierno en el 1904 junto también
a Don Manuel Amarilla (también tío de Gustavo), los Sosa Escalada eran
militantes del partido Liberal. Gustavo Sosa Escalada fue profesor del
Instituto paraguayo en los periodos 1897-1898 y 1908-1909. Formo a Barrios y a
otros destacados guitarristas paraguayos, a la par su pluma dejo marcas en los
diarios La Opinión, La Nación, El Liberal, El Cívico, El Diario, El Orden, El
País; escribió una crónica sobre la revolución del 1904 titulada “El Buque
Fantasma”.
Por otra parte Godoy y Szaran comentan que Barrios
incluía como repertorio, en arreglo propio la Polka Colorado (versión
registrada en surco por Enriqueta González); y si desde esta situación
“comprometedora” intentamos adjuntarle que fue la causa de su marginación de
ciertos círculos culturales -como ser el Instituto paraguayo por ejemplo- sería
una conjetura posible; más también por otro lado está el hecho de que en 1920
rindió un homenaje al recién electo Presidente Don Manuel Gondra (accediendo
por 2da. vez al cargo de Presidente de la República como Liberal Radical) en el
teatro Solís de Montevideo; y estos dos sucesos, en sí mismos contradictorios
para sacar conclusiones, solo nos muestran que se manejaba en ambos terrenos,
tanto entre liberales y colorados (Godoy-Szaran, 1994: 76-77).
En este sentido, Nicolás T. Riveros comenta que:
“En cuanto a la
simpatía por el partido colorado se puede observar en numerosas ocasiones de
que Barrios interpretaba con bis, su propio arreglo para guitarra de la “polca
Colorado”, sin embargo Agustín Barrios era apolítico y entre sus allegados,
figuran Manuel Domínguez, Eligio Ayala, entre otros, pertenecientes a
diferentes líneas políticas.” (Riveros, 1995: 34)
La idea del Dr. Juan Francisco Recalde de que
Barrios “es sólo un guitarrista popular, que no sabe de música” -según Báez
Allende por supuesto- es imposible.
Que el Dr. Recalde no esté al tanto de las noticias
en la prensa y del prestigio ganado en esos años por Barrios Mangoré es
insostenible. En “El Diario” publicación liberal de fecha 21 de agosto de 1921
se puede leer:
“Nuestro
compatriota está conceptuado por la crítica como uno de los mejores
guitarristas y nuestro público que ha estado siempre ávido de escucharle tendrá
la oportunidad de oírle en las audiciones que piensa dar en la ciudad.”
(Godoy-Szaran, Op. Cit.: 68).
También “El Liberal” en misma fecha expresa cuanto
sigue:
“Regresa hoy al
terruño, después de una ausencia de doce años, con un nombre que aureolan
sólidos prestigios […] Agustín Barrios, poeta de la guitarra, maestro os
saludamos a la vieja usanza. Con emoción, con sinceridad.” (Godoy-Szaran,
Ibídem).
A parte de las noticias en la prensa de las
actividades y logros de Agustín Barrios Mangoré tenemos los hechos, como por
ejemplo un programa de concierto realizado en 1906 en el mismo Instituto
paraguayo teniendo al genial Mangoré como protagonista, interpretando “El
Delirio” de Arcas. (Boettner, 2008: 147); y otros dos años después (1908) lo encontramos
de vuelta en un programa de conciertos del Instituto paraguayo; a este alude
Juan Max Boettner como comentario hacia la personalidad artística de Barrios de
“conocidísimo profesor de guitarra deleitó (esa es la palabra) al público con
varias piezas entre ellas una “bellísima” fantasía sobre motivos del Santa Fe
(Boettner, Op. Cit.: 148).
En el libro de Saturnino Ferreira Pérez, se da
cuentas de que Barrios-Mangoré estaba muy bien conceptuado por las autoridades
del Instituto paraguayo, en su libro narra que en:
“EL DIARIO (del 15
de Setiembre de 1922) […] informa: UNA AUDICIÓN POPULAR DEL GUITARRISTA
BARRIOS. El eximio guitarrista don Agustín Barrios prepara, antes de su partida
para el extranjero, una audición de carácter popular. La dará el domingo
próximo a las 5 y 30 p.m., en el Instituto paraguayo, a precios muy reducidos,
de modo que la fiesta esté al alcance de todos.”(Ferreira, 1990: 39)
Luego cita que el 18 de Setiembre, en el mismo
diario se hace la recensión de que efectivamente se realizo el planeado
concierto con una interesante nota en ella:
“CONCIERTO DE
BARRIOS: Ayer a las 5 y 30 tuvo lugar una audición musical del mago Agustín.
[…] ¿Qué resultaría si Agustín Barrios diese un concierto en Ca`i puente? – Que
se acabaría la revolución. - ¿Tú crees? – Y cualquiera. La música domestica a
las fieras, y esos tigres que a ratos embisten y a ratos no, se marcharían, al
son de la “Marcha Heroica” del sublime guitarrista, hacia el venturoso reino de
la paz.”(Ferreira, Op. Cit.:40)
Así se tiene que cuando corría el año del 1925, ya
Barrios Mangoré gozaba de una reputación en la zona rioplatense hecha a base de
constantes esfuerzos por superarse técnicamente, y como muestra de esa
evolución ya tenía en su haber sus principales obras (la prensa conocía muy
bien estos hechos como se pudo transcribir las opiniones de esta en párrafos
anteriores), entre ellas la de proyección folklórica que son muy vanguardistas
en lo que respecta al lenguaje de la música popular paraguaya de ese entonces;
por lo tanto aceptar también las palabras/memoria/recuerdo de Báez Allende en
la cita de Stover achacadas a la tozudez del Dr. Recalde de “y no tiene un
lugar en estos confines de la Cultura”, es un sin sentido; pues Agustín Barrios
Mangoré fue un activo miembro de la sociedad cultural-musical paraguaya, de
destacada actuación en los mismos escenarios del Instituto paraguayo; su círculo
de relaciones en él, le reconocían sobradamente meritos.
Sobre la memoria/conciencia tema recurrente en la
novelística del Premio Cervantes Augusto Roa Bastos (Ver en especial el cuento
Moriencia) podemos decir que:
“[…] La memoria no
solo puede ser incompleta sino también creativa, cuando no inculcada” –sostiene
Mario Bunge-, y agrega también “que la
falta de confiabilidad de los testigos es proverbial, y los psicólogos sociales
la confirmaron experimentalmente (Ver al respecto Loftus (1994) y Miller-Staff
(1993). La razón es que la percepción y la memoria […] están fuertemente
coloreadas por intereses y emociones”. (Bunge, 1999: 386-387).
Partiendo de estas premisas podemos preguntarnos
cuando Barrios Mangoré apunta (claro que esta es una proferencia elíptica por
parte de Báez Allende de las palabras que supuestamente pronunciase 50 años
atrás el propio Barrios Mangoré – según Stover son declaraciones hechas en el
año 1975-):
“Sería para mí una
enorme satisfacción poder adaptarme a sus preocupaciones juveniles”:
¿Podemos interpretar las palabras de Barrios como
las de alguien que quiere apoyar (adaptarse) una causa política (preocupaciones
juveniles) y no artística?
Creo que achacarle a Barrios la acción de un
activista político no reúne las suficientes pruebas, más decir que la
prohibición del uso de las instalaciones del Instituto paraguayo probablemente
respondía a la negativa de un acto con tintes políticos por parte de los
estudiantes, que aprovechándose de la buena predisposición de Barrios querían
llevar a cabo, es factible.
“Las
luchas electorales fueron siempre resonantes –sostiene Carlos R. Centurión- en el
“Centro Estudiantil”. Lidias incruentas fueron; pero movidas, ardorosas, en las
que la oratoria, estrepitosa y agresiva, rayaba a grande altura. Antes del día
fijado para el acto cívico en el que debía renovarse la autoridad directiva, la
propaganda era intensísima en el antañón edificio del Colegio Nacional. Se
fundaban periódicos, que morían con el primer o segundo número; se editaban
volantes y se realizaban asambleas parciales, briosas, iracundas.”. (Centurión,
1961).
Las condiciones socio-políticas por esas fechas,
estaban en constante tensión y abonada para ese tipo de actividades. La
negativa así se entendería como prohibición para con los estudiantes, y no para
con el Agustín Barrios Mangoré del arte “populacho” (Según palabras de Báez
Allende con las cuales caracterizo despectivamente a Barrios el Dr. Recalde).
En uno de los “testimonios” y citando como fuente a
la revista “OCARA POTY CUE MÍ” (no se explicita el nro. de la revista, la
fecha, Pág., autor del artículo etc.) Saturnino Ferreira Pérez escribe:
“Agustín Pío
Barrios, había vuelto con la ilusión de brindar al pueblo paraguayo su arte,
como lo había hecho en los meses que estuvo entre los años 1922/23. Donde había
actuado con clamoroso éxito y rodeado de muchos amigos. En esta visita, fue rodeado
de la indiferencia de la misma prensa y le negaron los Teatros y también el
Ateneo para dar sus conciertos. El Liberalismo Radical no le perdonó a ambos
hermanos Barrios, su filiación colorada y a sus hermanos Rómulo, Héctor y
Virgilio, liberales cívicos. Mayor testimonio nos da la crónica de la actuación
de los mismos en Villarrica.”(Ferreira, Op. Cit.:77)
Con respecto al concierto de Villarrica en otro
lugar cita:
“EL
ORDEN, 31 DE Diciembre de 1924 informa: DE VILLARRICA. […] Deseamos confesar a
fuer de sinceros, que Villarrica, no ha respondido como debiera y como
corresponde a tan eximios exponentes de la cultura artística nacional […] no
dejamos de consignar la penosa extrañeza que nos causa la conducta de la
juventud intelectual […] que no dedican una parte siquiera del entusiasmo que
demuestran por el “futboll”, los tangos y los shimys […].”(Ferreira, Op.
Cit.:76)
De la idea de que “se había hecho de algunos
enemigos simplemente a causa de su orientación política” fácilmente se puede
hacer el salto y afirmar, que los liberales le coartaron la posibilidad de
sentar escuela y discípulos directos en el Paraguay y con ello crear herederos
inmediatos en su tradición solo hay un pequeño hilo de separación; y en efecto
Richard Stover suelta el hilo y afirma en que:
“Alrededor de esta
época Barrios hizo una petición al gobierno para establecer una escuela de
Música. Como ya se mencionó, Paraguay había atravesado por un prolongado
periodo de guerra civil en 1922-1923 y esto junto con el hecho de que Barrios
sin duda tenía sus “enemigos” (sus tendencias políticas, se decía, se
inclinaban hacia el Partido Colorado, opositor del Partido Liberal Radical en
el poder). Esto sirvió para obtener una rápida negativa a su petición. Barrios
estaba ciertamente cansado de una vida de viajes constantes y sus esperanzas de
establecerse en su patria se veían ahora por completo abandonadas.” (Stover,
Op. Cit.: 100)
Más hay que tener mucho cuidado
con este tipo de generalizaciones como la que hace Stover, pues siendo un hecho
contextualizado en los condicionantes del obrar humano, que muchas de las veces
no controlamos como fruto de tantas variables (la mayoría de las veces ocultas
y que el investigador debe de tratar descubrirlas en hipótesis que las manejen
en un amasijo- no de simplicidad- sino de riqueza y alta complejidad) y cuya
reconstrucción verosímil y explicación no contemplan la unidimensionalidad de
una llana monocausalidad.
Claro que se puede afirmar que Agustín Barrios
Mangoré es colorado, pero a la luz de los argumentos sostener esa proposición
(que no es solamente un formalismo sino una cuestión de hechos, “real”) es
pretensión que escapa a sus condicionantes y a pruebas suficientes. Richard
Stover solo, y digo de propósito “menciona”, las palabras del Dr. Báez Allende
como prueba, pues en ningún momento aporta documentación al respecto que
demuestre la filiación del genio de la guitarra con la nucleación política
citada y mucho menos de “una petición al gobierno para establecer una escuela
de Música”.
En el libro de Godoy-Szaran, los autores comentan
que el local pedido por los estudiantes fue el Teatro Nacional, luego
convertido en el Teatro Ignacio A. Pane o Teatro municipal (Godoy-Szaran, 1994:
75). Recordemos que por su parte Stover asegura que fue el local del Ateneo
paraguayo el solicitado para el concierto; y así surge una contradicción, pues
afirmar ambas proposiciones al mismo tiempo es un oximoron, más tenerlas en
cuenta como si se tratase de dos pedidos, que fueron hechos como alternativa a
una de ellas imposible es probable, como hecho continuo, sucesivo en el tiempo;
pero jamás pueden ser tratados como hechos simultáneos pues de esa manera surge
una contradicción que es exclusiva, y solo una de ellas puede ser verdadera.
Me aventuro a conjeturar una hipótesis (alguien
podría investigarlo mejor) sobre la raíz del comentario que genera este
articulo. El origen del problema es una cuestión personal entre Báez Allende y
Recalde (ambos liberales y muy activos, que a parte de las lides políticas
también se involucraban en las cuestiones culturales a través de distintos
círculos y distintas asociaciones muy competentes en la sociedad paraguaya de
aquellos tiempos); así, aquella primaria negativa para con Báez Allende y sus
compañeros de colegio (en el 1925) traspaso los umbrales del tiempo y se
convirtió en estigma a consecuencia de los hechos ocurridos en febrero de 1940,
situación en la cual el Dr. Juan Francisco Recalde, plegándose a la decisión
del bloque (schaerista) conformado con Jerónimo Riart, Orué Saguier y Francisco
Sapena Pastor se involucraron en una decisión muy vidriosa, votar a favor del
sistema democrático en contra de otros dirigentes “liberales” que autorizados
por doce votos contra cuatro, aprobaron la disolución del Congreso. En aquella
reunión habían faltado a la sesión diez miembros del Directorio, número que
había de convertir en imposible esa resolución a favor de un mandato pleno al
General Estigarribia (el Dr. Cecilio Báez, padre del Dr. Amadeo Báez Allende,
fue el diseñador constitucional de la carta Magna del 1940 que le daba supra
poderes al Primer mandatario), desde aquellos años el Partido Liberal se
encontró fuera de las esferas del poder político por un periodo que se extendió
en largos 68 años. Así entendida la cuestión, es una mezcla de memorias
políticas mezcladas con recuerdos artísticos-culturales, todos ellos pintados
por los colores de pasiones integradas en un amasijo indeterminado.
Finalmente podemos decir que si la “orientación
política” de Barrios Mangoré es la “ideología colorada” entonces Agustín
Barrios Mangoré era un “Liberal” (Ambos partidos, el liberal propiamente dicho
y el colorado son de ideología Liberal), a lo sumo solamente eso se puede
demostrar, pues si se sabe que era apráxico políticamente –como lo sostienen
Godoy-Szaran (Op. Cit.: 77)- no se puede sostener que era militante “colorado”,
no hay indicios que allanen esta cuestión.
De los argumentos expuestos por Stover en su libro,
desde lo literal-textual se puede inferir que parafrasea a Saturnino Ferreira
Pérez, en cuanto al tema que tratamos en este apartado sobre el tema de la
filiación política de Agustín Barrios Mangoré, digo esto pues la práctica que
este “musicólogo” emplea dentro del discurso de su libro aludido, no se ajusta a
los usos académicos comunes sobre la citación de fuentes
documentales-bibliográficas, es muy descuidado al no denotar concretamente su
fuente y lugar exacto de donde extrae el comentario, y desde ello deja en un
borroso limbo los créditos de los investigadores a quienes parafrasea; si bien
al final de su libro hay un sumario de fuentes bibliográficas, dentro del texto
en sí, no se hacen las llamadas a ellas acorde a principios básicos de
referencias metodológicas y esto dificulta al que lo lee, en especial a
aquellos investigadores que quieren cruzar y validar datos en fuentes comunes
desde las cuales se apuntalan las “interpretaciones” y se reconstruye la vida
de Mangoré.
De las palabras que cita Stover
del Sr. Báez Allende –a parte de confundir, el biógrafo, el referenciado y el
autor de la fuente Saturnino Ferreira Pérez, fechas e instituciones- no existen
indicios de la supuesta aversión del Dr. Juan Francisco Recalde por la persona
de Agustín Barrios Mangoré en sentido artístico –salvo por supuesto la afirmación
de que Barrios era colorado (afirmación que motivó este análisis), además
todavía queda por echar luz si fue el Instituto (Ateneo?) paraguayo o el Teatro
Nacional la sede solicitada, o ambas a su debido tiempo (nadie aclara este
tema)-; pues como se mencionó a lo largo de este escrito, los meritos de
Barrios Mangoré eran de reconocimiento públicos por los máximos referentes en
los círculos socio-culturales en el Paraguay de la época Liberal.
Para concluir este artículo, se puede afirmar que, el comentario que se rumorea en distintos círculos socio-culturales del país y del exterior, de que Agustín Barrios abandono para siempre su querido terruño por haber sido marginado en él es falso de todo falsedad. Esta pseudo afirmación responde a intereses extra culturales de círculos hegemónicos que buscan evitar la repatriación de los restos de nuestro conciudadano universal Don Agustín Pío Barrios Mangoré a nuestro suelo guaraní, y como se puede leer en este artículo, tal situación de “marginación” y posterior “exilio” jamás existió, es un mito fabricado en los años 70 a la medida de intereses que han hecho propaganda sobre ello a modo de evitar la repatriación de sus restos de la hermana nación de la República de El Salvador.
Sin lugar a dudas que el poco manejo de los conceptos lleva a conclusiones equivocadas. Desde luego, cualquier Persona tendría claridad sobre el concepto de ideología, que en el caso tratado no existe lugar a dudas que la conformación de los principales partidos políticos del país se sustentan sobre los ideales que inspiraron la Revolución Francesa, por lo que son de ideología liberal. En en contexto no se tiene conocimiento que Agustín Pío Barrios haya inspirado una conducta ideológica del comunismo, que se contraponga a la anterior. Es más, el artista por esos tiempos nunca tuvo persecución de ninguno de los colores, ni por afiliación y preferencia política, que hablando claro sobre su afiliación: Nadie ha podido demostrar a que partido sonrió. Tampoco se conoce sobre cual era su preferencia política, ya que nunca lo exteriorizó en público ni en privado. Es más, su viaje o salida del país para su llegada a Alemania fue posible gracias al Gobierno de entonces, con una fuerte demostración de aprecio de la diplomacia paraguaya. Por ello, es un grave error pretender con estos antecedentes concluir que Agustín Pío Barrios haya ganado el exilio. Presumo que existe también un manejo equivocado del mismo concepto EXILIO. Esto en atención a que Agustín Pío Barrios no abandonó el país obligado por el gobierno por razones políticas sino que voluntariamente aprovechó la buena relación que tuvo en la diplomacia paraguaya para explorar el mundo, cargando consigo su guitarra. Su viaje por el mundo responde la búsqueda de nuevos horizontes que es propio del artista.
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