Mangorè Eterno Ediciòn Especial 130 aniversario de su nacimiento

Revista Ñande Reko Nº 1

viernes, 28 de septiembre de 2018

BOQUERÓN: 9 al 29 de setiembre de 1932

(algunos hechos en la perspectiva del Capitán de artillería Juan Rovira Salanueva)

                                                     Por Dr. Víctor M. Oxley / victoroxley@gmail.com

En el gran bautismo de Guerra que fuera la sangrienta batalla-escuela de Boquerón podemos citar a continuación extractos de referencias del entonces joven Capitán de Artillería Don Juan Rovira Salanueva en acciones con su Unidad de Combate.

Los tiros de la Artillería paraguaya debían de ser largos; el reglaje se presentaría laborioso. El contorno de la posición no estaba aún definido y menos el emplazamiento de los nidos de las ametralladoras. « […] los componentes de la D.1 esperaban ansiosamente el amanecer del día 9 de setiembre de 1932, fecha memorable para las armas paraguayas, en la que se inició la Guerra del Chaco, la gran jornada heroica que demostraría el valor y tenacidad de dos pueblos rivales.» « Entre tanto, el Grupo “General Roa” Nro. 2 de Artillería, ya en posición de fuego (aunque sin observatorio, ni teléfono), estaba atento a las órdenes del comando, para hacer oír su metálica intervención en el concierto bélico que se iniciaba.»

El G.A.2 estaba compuesto por los siguientes oficiales en aquella memorable gesta heroica de la jornada del 9 de septiembre de 1932 y siguientes. Comandante Capitán Raimundo Rolón, Oficial de Ordenes Teniente 1º Guillermo Gatti, Oficial Orientador Teniente Juan Martincich, Ayudante Capitán Atanasio Sosa 1ra. Batería “75”: Comandante Capitán Juan Rovira, Oficial de Tiro Teniente 1º Oscar Echeguren, 1a. Sección Teniente 1º Rogelio Vázquez, 2a. Sección Teniente 2º Luis González 2da. Batería “75”: Comandante Capitán Fulgencio Yegros, Oficial de Tiro Teniente 1º Lindolfo González, 1a. Sección Teniente 1º Raúl Fernández Decamilli, 2a. Sección Teniente 1º Julio R. Cartes 3ra. Batería “105”: Comandante Capitán Francisco Arrón, Oficial de Tiro Teniente 1º Carlos A. Vittone, 1a. Sección Teniente 1º Oscar Mora, 2a. Sección Teniente 2º Mauricio José Troche.

Así, sonó la segunda pitada y se hizo oír el estampido seco del cañón Schneider, seguido de la explosión de la granada. «Hora 8. – […] Nuestra artillería efectúa el reglaje sobre el fortín.» La artillería –y el Capitán Juan Rovira Salanueva como uno de sus comandantes de batería- había señalado el comienzo de la batalla. Nuestra brava infantería se lanza al ataque con “VIVA EL PARAGUAY”. Luego, el primer escalón de nuestro centro de gravedad, fue detenido por la barrera de fuego, en el campo de Boquerón. «Hora 9.15. – […] Se ordenó a la artillería concentrar sus fuegos sobre el fortín, para apoyar el ataque del R.I.4.». El Mayor boliviano Taborga, en su diario, referente al 9 de Septiembre escribe: “La artillería y los morteros enemigos rompen los fuegos, iniciando su preparación de ataque. Los proyectiles 105 vienen con un ruido peculiar, como si estuvieran envueltos en papel de seda. Las explosiones son desmoralizadoras. Dan la impresión de oír caer un piano sobre el tablado”. El Mayor Fernández Comandante de la 1ª División, -dice el General Raimundo Rolón en su libro Bautismo de Fuego de la Artillería Paraguaya en Boquerón-, nos dijo que según parte del Regimiento de Infantería 4 “Curupayty”: “Los tiros de la artillería son buenos”, que el Teniente Velázquez del mismo regimiento dijo: que los tiros caen en el fortín y en la isla que bordea el fortín, continué haciendo sus tiros metódicamente. Otro pedido de tiro, del propio Comandante de la División decía: “Nuestra infantería no progresa, hay que seguir batiendo posición enemiga para alentar tropa infantería que se aferra al terreno”. Cooperar con la infantería, no es tarea fácil, pero la razón de ser de la artillería es el apoyo de fuego a las armas de primera línea. En ese deseo, la batería Rovira, se trasladó hasta la línea de fuego a fin de ofrecer apoyo directo. El Regimiento de Infantería 4 obtuvo el apoyo de la batería Yegros (ambas baterías del Grupo 2), sería arriesgado exponer las baterías Schneider de 105 mm, normalmente, en semejante posición. Para eso, hay artillería de acompañamiento de otras características. «Hora 9.30. – […] La artillería, por orden, adelanta una batería hasta el abra Boquerón.» «Hora 11. – […] En el pasaje de la posición de la Batería Rovira, se produjo la explosión prematura de una granada de 75 mm. Destruyendo el cañón e hiriendo a varios soldados y oficiales, entre los cuales el Comandante de la D.1, y el del regimiento “Corrales”. Este hecho produjo la dispersión del regimiento, púes solo dos compañías del Batallón Mussi, llegaron a destino conducidas por el comandante de la D.1. El comandante del R.I.3, aunque sus heridas no eran de gravedad, prefirió abandonar sus tropas para hacerse atender en retaguardia.» En este punto del relato vale una aclaración, pués es muy difundida una versión de que el Capitán Juan Rovira Salanueva, una vez herido y al mando del R.I.3 “Corrales”, es llevado a retaguardia y que a su paso por el Cuerpo de Ejército dá la noticia “irresponsable” de que Boquerón había caído, noticia que una vez difundida por la oficina de prensa genero una situación bastante incómoda para el gobierno y el ejército paraguayo, por ello van estas acotaciones y aclaraciones. Cuando en aquella mañana del 9 de setiembre en Boquerón, y la batalla que bautizaba en sangre y fuego a los dos ejércitos, tanto paraguayo y boliviano llegaba a algo parecido a una conflagración universal, en donde todas las armas y todos los cuerpos, infantería, caballería, artillería, aviación, con la carga de ametralladoras, morteros y granadas de mano, colisionaban contra el enemigo y estos a su vez como contraparte, el mayor Carlos J. Fernández ya herido exhortaba a toda la 1 División de Infantería del Ejército paraguayo a romper la inercia de la situación estática en los campos de Boquerón. Para intentar salir del atolladero, el Mayor Fernández solicita el apoyo de la artillería. En esta solicitud se ordena a la sección de artillería con cañones Schneider de 75mm. comandada por el Capitán Juan Rovira Salanueva adelantar estos hacia el abra Boquerón; avanzando con el R.I.3 “Corrales” al mando del Mayor José D. Melgarejo –que en esos momentos dejaba su condición de reserva del Cuerpo- hacía primera línea. Sirvientes de cañón de artillería Schneider de 75 mm. “En el momento del desplazamiento de la unidad –comenta Ange Francois Casabianca en su libro Una Guerra Desconocida: La campaña del Chaco Boreal 1932-1935 Volumen 3, pág. 111- hacia la línea de fuego, un tirador boliviano aislado matará de una bala en la cabeza a uno de sus mejores oficiales, el Capitán Oscar Rivas Ortellado […]”. “En el pasaje de la posición de la Batería Rovira, se produjo la explosión prematura de una granada de 75mm. –dice el Coronel Carlos José Fernández en su obra La Guerra del Chaco Tomo I Boquerón, pág. 134- destruyendo el cañón e hiriendo a varios soldados y oficiales, entre los cuales el Comandante de la 1.D. y el del Regimiento Corrales”. El comandante del R.I.3 Corrales era el Mayor José D. Melgarejo, y por las heridas en el accidente con el cañón pide ser evacuado a retaguardia para ser atendido, por lo que el comando de su regimiento lo tomará, así como también el del R.I.2 Ytororó el propio comandante de la 1.D. el Mayor Carlos José Fernández. Pero esta situación en el mando tuvo que cambiar cuando el Mayor Fernández es herido por segunda vez y transmite el mando del comando del R.I.3 Corrales al Capitán Basiliano Caballero Irala. “El Mayor Melgarejo –dice Casabianca en su obra citada- estaba tan convencido del éxito de la ofensiva paraguaya en la que participaba su unidad, que al llegar a Villa Militar (Isla Po´i) para ser atendido, anunciará muy imprudentemente la noticia prematura de la caída de Boquerón.”
Por su parte –Luís Verón en su libro La Guerra del Chaco 1932-1935, págs. 63-64- al narrar estos hechos de aquella memorable gesta militar dice: “Alarmado por el cariz que iba tomando la Lucha, el comandante divisionario (Fernández), recurrió a la reserva para conjurar la situación. Fue en este momento que una bala perdida puso fin a la vida de uno de los más brillantes comandantes de batallón del Regimiento Corrales, el Capitán Oscar Rivas Ortellado. La fogosidad del ataque paraguayo dio la impresión de un innegable triunfo sobre los bolivianos, que el recién nombrado comandante del mismo regimiento, Juan Rovira, evacuado por heridas, informó, a su llegada a Villa Militar, de la victoria paraguaya, noticia inmediatamente transmitida a Asunción, donde la población entusiasmada se volcó a las calles en medio de una algarabía generalizada. Las estaciones radiales de Asunción y Buenos Aires propalaron la noticia y el ministro de Guerra y Marina, doctor Víctor Rojas, telegrafió a Estigarribia diciéndole: En nombre del Presidente de la República presento felicitación a los valientes jefes, oficiales y soldados que han vengado el honor nacional en la retoma de Boquerón, mostrándose herederos de los guerreros del 70. Felicito a ese comando por la inteligencia certera con que ha dirigido las operaciones, haciéndose merecedor de la confianza en él depositada por el pueblo y gobierno. Pero la realidad era bien otra y, para no desmoralizar al público, desde ese momento se le negó toda información sobre la real situación del ejército paraguayo en Boquerón.” Como puede compararse hay una diferencia significativa en este relato de Verón –versión que se parafraseo en el programa TEVEGRAFÍA PARAGUAYA capítulo Boquerón en el Canal 2 Red Guaraní en fecha 23 de mayo de 2011- con el anterior expuesto, y es en cuanto a lo que él afirma en que fue el recién nombrado comandante del mismo regimiento, Juan Rovira, evacuado por heridas, (quien) informó, a su llegada a Villa Militar, de la victoria paraguaya, noticia inmediatamente transmitida a Asunción. En las fuentes que hacen de sustento a los hechos acaecidos en la batalla de Boquerón, en ningún momento se le adjudica al Capitán de Artillería Juan Rovira Salanueva semejante hecho de imprudencia prematura. En la versión que da el Coronel Heriberto Florentín en su libro Lo que he visto en Boquerón, sobre estos mismos hechos en la pág. 183 se lee: “Pero la mala racha no terminó allí; al salir en el cañadón, en la Batería Rovira que se había adelantado hasta ese punto, por imprudencia de un sirviente, explotó una granada y una de sus esquirlas alcanzó al comandante del regimiento (en un pie), obligándolo a retirarse de la línea. Este jefe, a su paso por el Comando del C.E., dio un informe prematuro sobre la toma de Boquerón, lo cual se transformó en un sabroso comunicado, creando posteriormente una difícil situación a la sección prensa del M. de Guerra, que tuvo que inventar el cuento de se pelea en los campos de Boquerón, sosteniendo la supuesta ocupación del fortín, que no era cierto”. Como puede cotejarse a través de las versiones de los mismos protagonistas de aquella gesta militar memorable -como lo son el Coronel Fernández y el Coronel Florentín- encontramos que el comandante que fue evacuado por heridas fue el Mayor José D. Melgarejo, y es este oficial quien en un entusiasmo desmedido soltó la falsa noticia de que Boquerón había caído. Por lo tanto la afirmación de que, el comandante recién nombrado del R.I.3 Corrales el Capitán Juan Rovira Salanueva fue el gestor de este hecho bochornoso es falso. Pues mirando las cosas como sucedieron, en ningún momento este oficial de Artillería fue nombrado comandante del R.I.3 Corrales (el Capitán Basiliano Caballero Irala habla sobre su nombramiento de comandante del R.I.3 en el libro Testimonios Veteranos de Beatriz R.A. de González Oddone, pág, 297 y ss.), al contrario seguía comandando su sección de Batería y mucho menos fue evacuado por heridas a Isla Po´i, esto se refuerza en los partes del conductor de la Guerra en su comunicado nro. 8 que dice: “Según parte recibido esta mañana, ayer a las 16 hs., cayó “Boquerón” rindiéndose la guarnición boliviana, nuestras tropas derrotaron además a la 4ta. División compuesta de 4000 hombres que concurrió a ayudar a las fuerzas bolivianas de Boquerón. Bajas conocidas de nuestra parte: Capitán Oscar Rivas Ortellado, muerto. Mayor José D. Melgarejo, herido. Asunción, 10 de setiembre de 1932”. Como puede leerse en el comunicado oficial no es el Capitán Juan Rovira Salanueva al que se le reporta herido, sino al Mayor José D. Melegarejo, además haciendo un seguimiento del accionar del Capitán Rovira en Boquerón, lo encontramos en horas y días siguientes comandando su unidad con una profesionalidad heroica digna de un oficial del Ejército paraguayo, que a esas alturas ya presagiaba la inscripción de su nombre en los anales de nuestra historia, como definitivamente lo haría en los gloriosos días de 4, 5 y 6 de julio en la batalla de Nanawa, destrozando la ofensiva boliviana y pulverizando sus blindados siendo el Comandante del Grupo de Artillería 2 (G.A.2) “General Francisco Roa”, acción que instituiría el 4 de julio como día de la Artillería paraguaya y al General de Brigada don Juan Rovira Salanueva como uno de los más grandes artilleros que tuvo el Ejército paraguayo en su brillante y rutilante historia.
Retomando el hilo de los sucesos en aquel día infernal en los campos de Boquerón tenemos que: «Hora 12.25. – El comandante de la D.1 es herido por segunda vez, quedando imposibilitado de continuar marchando a pie.» «Hora 13.30. – […] R.I.4 comunica haberse aproximado con sus tropas a las posiciones principales de la defensa del fortín (en parte hasta 4 m.), señalando que los tiros de nuestra artillería eran buenos pues horquillaban dichas posiciones.» «Hora 14.40. – R.I.4 comunica que la compañía Facetti llegó a ocupar la orilla interior del bosque que rodea el fortín y pide la suspensión del fuego de la artillería, sobre ese sector.» «Hora 15.15. – El comandante del I.C.E. informa haber recibido un parte del Destacamento Palacios, comunicando haber ocupado el cañadón 14 de diciembre, aproximándose al fortín y pide acortar los tiros de la artillería .» El ex combatiente boliviano, Antonio Arzabe Reque, escribe en su libro “Boquerón” refiriéndose a la misma fecha, 9 de Septiembre y en horas de la tarde: “Si bien ha cesado el fuego en ambas partes, no así la artillería. Cada dos minutos cae una granada. Imposible descansar. Nuestros oídos nos zumban, y nuestros nervios están destrozados después de cinco horas de continuo batallar. Han caído nueve muertos y más de veintitrés heridos. Da horror ver los destrozos que ha ocasionado la metralla. Cráneos destrozados, vísceras, piernas y brazos hechos añicos, montones de carnes y huesos sanguinolentos, sin forma humana posible”. Sigamos exponiendo el testimonio de los bolivianos en Boquerón, referente a la noche del 9 al 10 de setiembre. Escribe Arzabe Reque: “En toda la noche no ha cesado los disparos de la artillería y los morteros. Los árboles del fortín han ido cayendo uno a uno o desgajándose sus ramas. Parece que una manada de elefantes hubiesen pasado por el bosque, dejando árboles tronchados. Hay decenas de hoyos, dejados por las explosiones de los proyectiles 105”. «El primer día de la batalla terminó con la siguiente orden del comandante del Primer Cuerpo de Ejército: P.C. 9-IX-1932. 20 horas. AL COMANDO DE D.1. Recibí parte referente a situación en el fortín Boquerón mismo y el repliegue momentáneo del Tte. Facetti. Es imprescindible conservar el contacto con el enemigo a fin de provocar su desmoralización completa. Convendría que su artillería disparara de tiempo en tiempo esta noche y hacer cuanto sea posible para apercibirnos si se retira aprovechando la obscuridad […] (Fdo.): Estigarribia.» «Las pérdidas, entre muertos y heridos, unos 100 hombres en total, fueron relativamente pocas, teniendo en cuanta el efectivo empleado. Pero el lamentable desbande de dos regimientos dio la impresión de una derrota, y tal hubiera sido si el enemigo hubiese hecho una salida en la noche del 9-10, en dirección a Pozo Valencia, donde la artillería no contaba con ninguna protección y el comando del Cuerpo contaba tan sólo, como reserva, con 90 hombres del Batallón Z.1. Felizmente el R.I.4 mantuvo quieto al enemigo en sus posiciones, con repetidos y tenaces ataques, durante toda la noche, a pesar de la sed y el hambre de sus bizarras tropas.» El primer día de batalla en Boquerón la «Artillería.- No dio todo lo que era dable esperar de la potencia de su moderno material (dos baterías Schneider 75 mm. y una batería Obuses Schneider 105 mm.) por varios motivos fundamentales: Las baterías fueron adquiridas sin sus elementos básicos para la Plana Mayor (carros observatorios y red telefónica de grupo). La comunicación se estableció mediante estafetas a caballo, con el inconveniente de una perdida enorme de tiempo para el reglaje; No existía ninguna carta de la región y no se conocía el terreno. La corrección del tiro corría a veces a cargo de las tropas de infantería. Nuestros oficiales artilleros tenían preparación técnica de tiro pero carecían de la práctica en los enlaces y cooperación entre las distintas armas. » «En la noche del 9-IX-1932 el comando del I.C.E. hizo tender una línea telefónica hasta el P.C. de la D.1, mediante la cual pude enterarle verbalmente del desarrollo del combate y la intención de iniciar un cerco del fortín para impedir su retirada, en espera de nuestra organización y la llegada de refuerzos ya anunciados, para continuar nuestros ataques contra los defensores del fortín. En la noche del 9 de setiembre, nuestra artillería puede decirse, estuvo confundida en la línea de la infantería, cuando agobiados por la sed, los bravos infantes buscaban en la retaguardia un jarro de agua, para volver a su puesto. Desplazamiento de cañón de artillería Schneider de 75 mm. En las últimas horas de ese día, y previo acuerdo con el Comando del Cuerpo, el de la D.1 designó al Capitán Basiliano Caballero Irala comandante accidental del R.I.3 “Corrales”. Al mismo tiempo impartió la orden para sitiar el reducto enemigo […].» «Orden de operaciones No. 2 […] La artillería y los morteros efectuarán tiros de destrucción, y las ametralladoras pesadas efectuarán tiros de hostigamiento o de neutralización. Los comandantes de Unidades deberán tomar todas las medidas para asegurar objetivos y corrección de tiros de artillería. Además, los tiros de morteros serán intercalados entre los de artillería. […] (Fdo.): C. Fernández, mayor y comandante de la I Div.» La artillería Schneider, como lo demuestran post testimonios bolivianos, referentes a Boquerón, actuó con mucha eficacia, pero no todas las baterías estuvieron en primera línea, especialmente las de 105. En los días subsiguientes, el empleo de la artillería resultaba peligroso puesto que nuestras líneas alrededor del fortín se habían estrechado considerablemente; en algunos sectores, a distancia de bayoneta. Fue la progresión por milímetros. Ya en las acciones del día 10 de setiembre de 1932 en Boquerón siendo la «Hora 10.12. – […] El R.I.4 informa que los tiros de la artillería son buenos, si el objetivo es la orilla del bosque que rodea al fortín.» En lo que respecta a la mañana del 10 de setiembre, escribió el Mayor Taborga, en su diario de guerra; “Toda la noche ha hostigado la artillería enemiga, Apenas clarea, se reinicia la batalla”. La única pieza de artillería 75 con que contábamos ha sido batida. Seis de sus sirvientes han volado junto a ella. Su Comandante, el Teniente Jorge Calero, se ha salvado milagrosamente.” Arzabe Reque describe, con más detalles este éxito de nuestra artillería: “El Teniente Calero que comandaba dicha pieza se encontraba más o menos a veinte pasos de un momento a otro se oye en el espacio un ruido como el silbar de un ave y pronto se escucha una explosión. Fragmentos metálicos y un rayo de luz, rasga el espacio y con ellos, seis sirvientes de la pieza volaron. El Teniente Calero, se había salvado milagrosamente. Pálido como una cera se incorporó y buscó refugio en un hoyo.Los restos de aquellos muchachos, fueron recogidos trabajosamente y luego depositados en una fosa, que los camilleros ya tenían lista para posibles bajas de aquel día”. En el día 12 de setiembre de 1932, siendo la «Hora 18.50. – El G.A.2 comunica que no pudo satisfacer los pedidos de apoyo de los regimientos R.I.2 y R.I.4, porque los partes llegaron con mucho atraso en relación a la hora en que debía efectuarse los disparos en protección del ataque del Batallón Paredes, fijado para las 17 horas, sobre la “Punta Brava”.» El día 12 de setiembre se acopla a las acciones el Grupo 1 de Artillería “Gral. Bruguéz”, con el siguiente plantel de oficiales en la Unidad: Comandante de Grupo Mayor José Luis Vera, Ayudante Teniente 1º Alberto Gústale, Intendente Capitán Administración Manuel Achucarro, Médico Teniente 1º Dr. Eliseo Sánchez, Veterinario Teniente 2º Vet. Victoriano Arámbulo, Farmacéutico Teniente 2º Benito González Armero Teniente 2º Mario Perito. 1ra. Batería “75”: Comandante Capitán Amancio Pampliega, Oficial de Tiro Teniente 2º Alberto Sánchez, Oficial de Ordenes Teniente 2º Herminio Morínigo, Oficial Orientador Teniente 2º Reserva Julio César Pompa. 2da. Batería “75”: Comandante Capitán Enrique Godoy Cáceres, Oficial de Tiro Teniente 2º Manuel Toranzos, Oficial de Ordenes Teniente 2º Carlos Montanaro, Oficial Orientador Teniente 2º Alfredo Stroessner? (así lo incluye Raimundo Rolón en su libro sobre “El bautismo de fuego de la artillería”, versión falsa como sabemos por otras fuentes que la contradicen) 3ra. Batería “105”: Comandante Teniente 1º Julián Espínola, Oficial de Tiro Teniente 2º Anastasio Martínez, Oficial de Ordenes Teniente 2º Zenón Morínigo «P.C. G.A.2 14-IX-1932. Al comando de la I División. Samuhú. El comando del C.E. ha dispuesto que el general Belaieff sea utilizado en la artillería. Con mucho gusto le aceptamos con el título de consejero técnico y orientador del Agrupamiento.” La organización del comando de los dos grupos fue hecha a base de simple acuerdo. Cada comandante continuo siendo orgánicamente el jefe del grupo. Pero, para la preparación y ejecución del tiro durante la tarea, se constituyeron dos grupos: uno de 105 y otro de 75. Estos grupos son de dos baterías cada uno, emplazadas al N. de Boquerón, en el gran cañadón. La batería del Capitán Yegros (Fulgencio) continúo en su emplazamiento. La sección Rovira estaba situada sobre la picada nueva y apoyada su cabeza en la recta, para entrar en posición por la noche. Se trabajo bastante en la preparación del tiro. La comunicación transversal que el grupo proporciono a la División fue sumamente útil. El general Belaieff, con dos estafetas del Grupo, van para llegar hasta el P.C. del Mayor Ortíz, y de allí cumplir tarea que interesa a la preparación del tiro. «Ese día 14 también se dispuso el traslado de los puestos de Combate del I.C.E. y de la D.1 sobre la recta Boquerón-Villa Militar, en vista de la nueva situación creada con la presencia de la totalidad de la D.2; y especialmente con la concurrencia del R.I.6, y aprovechando el camino abierto por el G.A.2 que unía los dos caminos que de Villa Militar convergen hacía Boquerón.» «Nro. 48. P.C. 14-IX-1932. 17 horas. Al comando de la D.1. […] El comando de la II División dispone de varios teléfonos que están depositados en Villa Militar y ha dispuesto con la más buena voluntad de poner a disposición del G.A. 2. Solicito intervención de ese comando a fin de que esos elementos sean remitidos en la mayor brevedad posible […]». En el día 15 de setiembre el «El G.A.2 transmite orden del I.C.E. al Mayor Almonacid referente a observaciones del tiro sobre Boquerón.» en este sentido se lee « Mayor Almonacid. De orden del comandante en jefe, se servirá controlar hoy los tiros de nuestras baterías transmitiendo observación por código. El objetivo será un reducto que está junto a un corral con ganado al S.O. del fortín Boquerón y las obras en el frente Oeste. (Fdo.): Capitán Rolón. Set. 15-1932» Para la segunda maniobra de ataque general sobre Boquerón en el orden general de operaciones se lee: « […] 10) PREPARACIÓN DE LA ARTILLERÍA.- Habrá una preparación de artillería que empezará a la hora H menos 2, teniendo como objetivo principal la destrucción de los nidos de ametralladoras enemigos del recinto del fortín Boquerón. A la hora H las artillerías divisionarias desplazarán sus tiros sobre las posiciones enemigas del sur del recinto de Boquerón por espacio de 15 (quince) minutos. Las artillerías de las dos divisiones tendrán preparado tiros de protección hacia la boca de la picada del camino Boquerón-Yucra que se desencadenará a pedido del comando de la 2da. División.» «En cuanto a la actividad de la artillería en el día 18, la D.1 dispuso emplear la batería Rovira (reducida a dos cañones 75, por rotura de los otros dos) en el subsector del R.I.2 y la batería Yegros en el del R.I.4, como cañón de acompañamiento inmediato con la misión de hacer tiros de puntería directa contra los nidos de ametralladora de la “Punta Brava”, ya que el bombardeo del día anterior no destruyó al parecer ningún elemento de la defensa enemiga.» «I.C.E. E.M Sec. Ira. No. 68. P.C. 20-IX- 1932. 11.45. A los Comandos de la Ira. y 2da. Divisiones de Infantería. A fin de facilitar la observación de los tiros de Artillería, tanto por las tropas de primera línea como por la Aviación, ese comando se servirá ordenar a sus artillerías divisionarias procedan a la numeración de los objetivos y zonas sobre las cuales puedan hacer tiro de eficacia. Esta medida es importante también desde el punto de vista del Comando a fin de poder ordenar la iniciación o cese del tiro de Artillería sobre tal o cual objetivo, según las necesidades de las operaciones. Se servirá avisar el cumplimiento de la presente orden. El Tte. Cnel. Cte. En Jefe. (Fdo.): ESTIGARRIBIA.» «El Grupo de Artillería “General Roa” Nro. 2 comunicó el mismo día 20 que la batería 105 del G.A.2 tenía los siguientes objetivos: Nro.1) “Punta Brava” Nro.2) El recinto del fortín. La batería Yegros (75 mm.) recibía misión táctica directamente del R.I.4, y la Sección Rovira (75 mm.) del R.I.2. En el frente del R.I.4, donde era imposible avanzar en el campo abierto, se ensayó la progresión mediante zanjas de comunicación; y para facilitar la tarea se ordenó a la artillería divisionaria ejecutara un fuego sistemático, durante el día, contra la “Punta Brava” y los objetivos sobre los cuales tenía ya reglados sus tiros. «La infantería no puede avanzar –dice el Cnel. Juan Bautista Ayala- si no está apoyada por fuegos poderosos. Se debe realizar la combinación entre el fuego y el movimiento. En el campo de batalla, la artillería es el generador del movimiento. Sin el apoyo de la artillería se expone a la infantería a pérdidas sangrientas.» Para la destrucción de los nidos de automáticas por la artillería, se dispuso que en cada subsector se emplazase una batería de 75 mm. en primera línea. Una sección fue destacada en el del R.I.2. Su comandante, el Capitán Juan Rovira fue el primer artillero que inició la observación personal de los objetivos señalados por la infantería, para su Sección, con cuyo procedimiento pudo, en breve tiempo, identificándose con las modalidades de sus camaradas infantes, satisfacer oportuna y eficazmente el apoyo de fuego solicitado, casi siempre imprevisto y de carácter urgente. Esta camaradería de armas que dio por resultado una excelente cooperación en el combate, produjo la combinación efectiva, muy eficaz, de ambos fuegos, la cual inició en la noche del 23 de setiembre, en ocasión de un ataque nocturno del enemigo que fue prontamente rechazado mediante la feliz intervención de la Sección Rovira. El comandante del Grupo (Capitán Raimundo Rolón) no era muy partidario del empleo de la artillería en la primera línea por el temor de ser destruidas las piezas por el fuego enemigo de las armas menudas siendo el cañón un material muy costoso y de difícil remplazo. Pero el apremio de reducir cuanto antes la resistencia del adversario para facilitar el asalto final justificaba la medida por aquello de que todas las armas son auxiliares de la reina de las batallas (la infantería) y se impone el sacrificio de ellas cuando las circunstancias así lo exigen o compensan. En realidad, nunca fueron llevadas las piezas a la línea de los tiradores; la batería Yegros ni siquiera cambió de emplazamiento, pues solamente se le despejó su campo de observación. La infantería aplaudió calurosamente la presencia, en sus posiciones de los artilleros. El día 23 de setiembre de 1932 «La Sección Rovira recibió misión de preparar tiros de contención delante de la línea defensiva recientemente formada, a unos 200 metros delante de los puntos ocupados por los retenes avanzados que se concentraron después de la línea de vigilancia de las posiciones principales de resistencia. Todas las tropas ocupaban una sola línea por falta de efectivo suficiente para cubrir el extenso frente creado, en algún sentido de profundidad, como se tenía en otros sectores. Un ataque enemigo, primero y único ataque nocturno realizado durante la batalla de Boquerón, se produjo a las 22 horas con gran violencia y sin reconocimiento previo, seguramente para producir confusión mediante la sorpresa a esa hora. El ímpetu del ataque fue tal que sus primeras olas llegaron hasta cuarenta metros de nuestras posiciones, en partes mucho menos, donde se entablo un violento combate apoyados los atacantes por el fuego de los defensores del fortín, dando la sensación de un doble ataque. El eficaz apoyo de la sección de 7,5 al mando del capitán Rovira, que esa tarde había efectuado el reglaje de sus tiros para ese campo, hizo fracasar el ataque nocturno; el enemigo dejó sobre el teatro de la acción numerosos muertos y abundante material de guerra que fueron recogidos por nosotros más tarde. La acción duró hasta las 23 horas.»
En su orden de operaciones número 4 El Primer Cuerpo de Ejército disponía entre otras cosas: « […] Artillería. Habrá una preparación de artillería que comenzará a la hora H menos quince minutos, tomando como objetivo la destrucción del recinto interior del fortín “Boquerón”. Terminado el fuego de preparación, las baterías de 75 se alistarán para actuar eventualmente como artillería de acompañamiento inmediato, satisfaciendo pedidos de las unidades de primera línea, en primera urgencia los de la D.1.» «Como se ve en la orden transcripta, por primera vez se dispuso emplear las baterías de 7,5 como artillería de acompañamiento, medida que fue solicitada por los comandantes de las unidades atacantes en previsión de que la preparación no lograse destruir las posiciones enemigas o silenciar los nidos de resistencia, como sucedió en esta y otras ocasiones, ya que en la práctica no se llegó a emplearlas como estaba ordenado por lo que fracasamos nuevamente al no alcanzar ese día los objetivos propuestos.» Desplazamientos de cañones de artillería Schneider de 75 mm. El 28 de setiembre surgió en diversos sectores de la infantería la idea de que sería imposible tomar las posiciones bolivianas de Boquerón, sin empleo decisivo de la artillería. Como esto era muy arriesgado, dada la estrechez del cerco, el Teniente Coronel Camilo Recalde propuso una retirada de nuestras fuerzas de infantería en 700 a 900 metros, a fin de dar un espacio para que todas las bocas de fuego (artillería y morteros) se concentraran para destruir las alambradas y trincheras bolivianas, frente a nuestra Primera división. La idea encontró oposición de algunos jefes, quienes opinaban que semejante retirada deprimiría la moral de nuestras tropas y alentaría la de los bolivianos. Fue, finalmente, rechazada y nuestra infantería se aprestó para ejecutar el asalto final al día siguiente. Este esfuerzo heroico final, resultó a la postre innecesario, porque en la mañana del 29 de setiembre el fortín amaneció adornado con banderas blancas, la resistencia del destacamento Marzana se había agotado, después de veinte días da denodados combates. Boquerón había vuelto al Poder Paraguayo.
Fue una victoria de repercusión decisiva sobre el curso de la guerra. Abatió de modo irreversible la moral de los bolivianos y electrizó al pueblo paraguayo, confiriéndole fe inquebrantable en su ejército y en su conductor, el Teniente Coronel José Félix Estigarribia. En esta victoria decisiva, nuestra artillería había recibido su bautismo de fuego, desempeñando función principalísima. Nuestra artillería acompañada por los morteros, causó el 90 de las bajas de las fuerzas bolivianas, emplazadas en el fortín y en sus trincheras, mucho contribuyó para destruir las instalaciones de los bolivianos y para descomponer su organización. Fue su incesante actuación devastadora de día y de noche, factor fundamental para minar la moral del ocasional adversario, hasta producir su colapso final. La victoria de Boquerón, por tanto, es un Día de Gloria para la Artillería Paraguaya, en lo que fueron los 20 días de intenso combate, la batería comandada por el certero Capitán Juan Rovira Salanueva no dio respiros al aguerrido invasor boliviano prestando apoyo a las demás armas hermanas.



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