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Revista Ñande Reko Nº 1

martes, 17 de abril de 2018

EL VOTO: LA ESTRATEGICA FUNCIÓN DE UN DERECHO O EL DERECHO A EJERCERLO ESTRATEGICAMENTE



                       Por Dr. Víctor M. Oxley Ynsfrán

El Paraguay esta connotado por un sistema político bipartidista, la historia desde sus hechos nos refleja la hegemonización por periodos, tanto del Partido Colorado (ANR) como del Partido Liberal (PLRA).

Las elecciones que se vienen -estas del 2018- subrayaran enfáticamente aún más esta propiedad emergente como se puede anticipar por las características que la vienen condicionando.

Los partidos políticos, como organizaciones institucionales, desde sus orígenes, fueron creados para ser lo más efectivos posibles en lograr captar las preferencias del elector. Desde el momento en que sus campañas están planificadas con miras a atraer -por medios públicos de comunicación- votos, en ellas se valen de recursos económicos y psicológicos principalmente. Así, lo que llamamos partidos políticos están apoyados por diferentes grupos que se relacionan de maneras distintas y en grados diferentes con tales nucleaciones.

A grosso modo podemos decir, -y en sentido sociológico- que sus votantes están nominalmente referenciados por categorías como ser: la de los votantes "duros" y libres.

El voto "duro" es el clientelar, entendido directamente como el elector que está en condición de dependencia directa de un partido político, condición que hace que sus votos estén comprometidos con su mandante. El voto "libre", se puede decir, que es aquel, que sin presiones clientelares puede ejercer el elector por la simple opción de sus preferencias. Dada las definiciones anteriores, no quiere decir ni mucho menos que no exista voto "libre" dentro de la categoría de votantes "duros", y a la vez que dentro de los votantes "libres" se den relaciones que obliguen a estos a que sus votos sean capturados en la red de los "duros", pues sobradamente son conocidas que las estructuras de parentesco y las múltiples relaciones sociales de los individuos pueden causar tal conversión.

El voto es la piedra angular de los sistemas políticos con base democrática. La lucha por ampliarlo y de darle una propiedad lo más "inclusiva" posible fue (y sigue siendo) uno de los mayores logros de la ciudadanía política. Tan importante se consideran estos progresos, que el voto, hoy día, es en el mayor de los casos, el que legitima a las autoridades que ejercerán el poder de gobernar en los sistemas representativos con sus correspondientes instituciones.

Desde las premisas, líneas antes expresadas, el voto debe considerarse un deber ciudadano, obligatorio de ejercerlo y no debe de ser delegado bajo ninguna circunstancia. La condición de secreto -logro que lo situa fuera del alcance inmediato de las presiones o constricciones en el condicionamiento de su uso- más no significa ello que amparado en tal figura, el ciudadano pueda arroparse de impunidad bajo el derecho inalienable de ejercerlo en malgastarlo o desperdiciarlo, simulando haber elegido, o sencillamente abandonandose en la voluntad "libertina" de no ejercerlo. Las condiciones legales, que instituyan como propiedades, lo citado anteriormente -inclusividad, ampliaciones irrestrictivas, condiciones de seguridad basadas en la naturaleza secreta del sufragio y su obligatoriedad- determinan, entre otras cosas más, la calidad "formal" de un sistema político.

La ley electoral paraguaya, reguladora de la Constitución en sus postulados que hacen a la ciudadanía cívica-política, tiene reglas que lo regulan en el espacio-tiempo concreto dentro del territorio nacional. Esto pone de manifiesto el hecho, de que el "juego" democrático de postularse a cargos públicos y de elegir a quienes se prefiera, sean condicionados causalmente por sus efectos. Así las cosas. lo que no se hizo por mejorarlo (refiriéndonos claro al sistema político), queda como tarea pendiente a futuro, a la par nos sitúa, en la incomodidad de tener que ejercer la acción de elegir en condiciones que creemos no propician la suficiente calidad de un proceso. Así las cosas, y de caras a la elecciones generales en la República del Paraguay de abril próximo, las reglas de juego han determinado quienes son los que se han postulado para ejercer el poder en el periodo constitucional venidero -en espera de las preferencias ciudadanas-. Decir que las cifras frías de un padrón partidario determinan el éxito de uno u otro, de antemano es una falsa proposición, pues las varias elecciones pasadas pueden ilustrarlo.

 En condiciones democráticas, es decir cuando el poder está distribuido de manera a que ningún grupo se imponga en voluntad, el voto "libre" es la detonante del éxito. Las elecciones a una sola vuelta, en su caso más llano como la nuestra, es el escenario en donde los actores políticos, -los partidos políticos y sus candidatos- intentan alcanzar el máximo de votos (con su consecuente mayor número de representantes) a través de procesos de interacción estratégica; o en su alternativa legal solidificar dinámicas de negociación -en forma de alianzas o coaliciones- que aseguren la eliminación de bajos niveles de incertidumbres en cuanto resultado electoral, minimizando los costos políticos y económicos.

Las elecciones son el proceso por el cual, los partidos políticos buscan atraer al que vota "libre", es decir buscan captar para sí al elector que vota racionalmente de una manera estratégica. Así, el estado actual del sistema real político en el Paraguay, impone a los ciudadanos tener que decidir con lo que tiene a mano, y lo que tiene a mano es el poder de su voto informado, el cual indefectiblemente debe darlo a algún candidato. Debido a la obligatoriedad de votar, así lo imperatiza la Constitución nacional, puede el elector ir a los comicios, votar, y como medio de manifestar inconformidad frente a la oferta política, votar en blanco a la opción de abstenerse.

Ahora, en qué medida esta opción genera resultados beneficiosos. Es constatable -a partir del mecanismo D´Hondt vigente en nuestro sistema electoral- que los votos en blanco benefician a los partidos mayoritarios y perjudican a los minoritarios, pues estos votos se cuentan como emitido y válido; así valuados elevan el umbral de votos totalizados, y a consecuencia de ello, los partidos minoritarios pasan a ser suspendidos por un periodo electoral en las siguientes elecciones, por la razón de que su porcentaje de participación no alcanza el mínimo de lo estipulado en la ley, ya que los votos en blanco contabilizados como válidos lo han elevado. Además, el votar en blanco contribuye a que los partidos mayoritarios tengan una sobre representación en ausencia de minorías parlamentarios de otros grupos anulados por la emisión de votos en blanco.

Como se ve, esta práctica enfatiza la propiedad bipartidista del sistema electoral. Otra opción, como posibilidad de voto es hacer que su opción sea nula (marcando como no es debido el boletín por ejemplo o estropeándolo ex profeso), tal vez como protesta a que ninguno de los candidatos sea de su preferencia. Ahora, ¿en qué medida los votos en blanco o nulo, podrían generar resultados beneficiosos a la ciudadanía en general? Como se vio líneas atrás, el voto en blanco baja el umbral de votos efectivos, y desde aquí, los partidos políticos con un caudal electoral "duro", cuanto más baja sea la participación "efectiva" (es decir votos con una opción preferencial dada a algún candidato), llevarán la sobre representación política, pues las reglas según el método D´Hondt les permitirá un oligopolio representacional. En cuanto a los votos nulos o la abstención no agregan nada más a lo que se da en la realidad, y los ciudadanos que han ejercido (u optado por este curso de acción) de esta manera su derecho, han aceptado de antemano ser súbditos incondicionales por 5 años de lo que otros han elegido, con su acto han delegado su obligación y voluntad ciudadana (lo mismo se puede atribuir a los votantes en blanco).

El elector debe abandonar los cursos de acción de votar en blanco, nulo o abstenerse, debe participar y de la mejor manera posible, debe hacer que valga efectivamente su voto, para ello debe votar estratégicamente, es decir, no debe desperdiciar su voto en candidatos que no tienen posibilidades de sacar el máximo de resultados posibles, es decir ganar la representación por mayoría simple. El elector mediante un voto informado, debe hacer su preferencia al mejor candidato por sus antecedentes, y así al votar por él, de con su acto "estratégico" legitimidad a esa preferencia en la suma total de todos los que optaron por obrar (aquellos que a través de un interés por emitir un voto informado y por el que tiene mejores opciones para ganar) como seguramente lo harán como él.

Que en la reflexión ciudadana no se excluyan los argumentos desarrollados líneas atrás. Así el estado de cosas actual, estas elecciones generales de abril de 2018 en el Paraguay, podemos augurar, serán la de mayor participación en la historia, pues los intereses ciudadanos están en su mayor y peligroso juego. El 22 de abril de 2018, los paraguayos tendrán la opción de elegir entre volver a un modelo de sociedad pasada de atraso e inequidades, exclusiones y decisiones delegativas; o elegir seguir adelante en la búsqueda de la concreción de una sociedad deseada, construida sobre la base de la pluralidad y la diversidad de intereses y fines ciudadanos, que sea inclusiva, participativa y deliberativa y mucho más justa.

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